Al Presidente más viajero de los últimos tiempos le ha quedado muy fácil insistir en que Colombia ha tomado la decisión de frenar la explotación petrolera, con el objetivo de descarbonizar la economía para ayudar a salvar al mundo de una catástrofe ambiental. Estas afirmaciones, ante los oídos de los incautos y pseudo ambientalistas suenan como poesía, pues el equipo de gobierno no se ha cansado de desprestigiar esta actividad productiva a razón de sus “temidos impactos” en el los ríos y la selva amazónica.
Siendo realistas, una verdadera agenda de descarbonización no es solamente con discursos en los grandes foros a los que, por ser presidente, asiste en representación de los colombianos. Esto se logra con agendas estructuradas y planes de sustitución de la matriz energética nacional, impulsadas y puestas en prácticas desde el mismo gobierno, las entidades afines y sus vinculados para que las familias y empresas apliquen estás buenas prácticas. Petro puede tomar como referencia a su homólogo argentino, quien ha preferido viajes al exterior a través de aerolíneas comerciales y no de sus aviones presidenciales. Así también, puede generar directrices para la adquisición de vehículos eléctricos en lugar de aumentar las existencias de camionetas a combustión, tal y como ha acontecido con las recientes adquisiciones de la cancillería.
Para proteger la selva amazónica se requiere de más acciones que discursos politiqueros, rememorando los grandes discursos que ese emanaron en plaza pública. Para evitar la deforestación, por ejemplo, puede empezar por perseguir a los grupos al margen de ley que debido a la ausencia histórica del Estado han logrado ganar terreno en las regiones apropiándose de tierras que son de interés nacional por su importancia ambiental y su ubicación estratégica, utilizándolas para la explotación del narcotráfico. Para mitigar la contaminación de los ríos puede perseguir la minería ilegal, practicada principalmente por las guerrillas del ELN y las disidencias de las FARC, pues estos operan principalmente derramando altísimas cantidades de sustancias tóxicas como el mercurio.
Es pertinente agregar, que la descarbonización no se logra cambiando el origen de las materias primas, como se pretende, importando recursos energéticos desde Venezuela sustituyendo el extraído a nivel nacional. Estas preferencias dejan un sinsabor en la defensa de la producción colombiana de hidrocarburos, pues deja la sensación que tenemos que pedir la bendición de Maduro para poder continuar con esta actividad económica, obligándose incluso a alinearse a través de alianzas con su representante PDVSA.
Urge una agenda de descarbonización inmediata, que reconozca los esfuerzos para la incorporación de buenas prácticas como la reducción del uso de papel, trabajo en acceso remoto, implementación de modelos de producción que reducen la huella de carbono por parte del empresariado y sector privado. En lo que respecta a la selva amazónica, se deben indilgar las debidas responsabilidades según corresponda, pues es bien sabido las externalidades negativas de la influencia de los grupos al margen de la ley en el medio ambiente del país, lo que indica la obligatoriedad de formular políticas públicas para su gestión, incluso, hacerlos temas de la negociación de la paz total.