La desigualdad en Brasil tiene raza, género y edad, ya que quienes más la sufren son mujeres, negros y niños BRASILIA (AFP) – La desigualdad en Brasil tiene raza, género y edad, ya que quienes más la sufren son mujeres, negros y niños, denunció la presidenta Dilma Rousseff, al anunciar ayudas para comunidades de descendientes de esclavos liberados, que comprenden a más de un millón de personas. “La desigualdad en nuestro país tiene género, es dominantemente femenina; tiene raza, porque tiene la faz negra; tiene edad, afecta duramente a los niños”, dijo Rousseff. La presidenta defendió las políticas afirmativas de inclusión social, como las cuotas para pobres, negros e indígenas en universidades públicas que acaban de ser aprobadas. Las políticas sociales que en los últimos 10 años permitieron el acceso de casi 30 millones de brasileños pobres a la clase media han tenido gran impacto en los afrodescendientes, que representan un 52% de la población, pero que todavía son quienes más sufren la pobreza y la desigualdad. En la última década “la renta media de la población negra creció 43,9%, contra 19,8% de la blanca”, dijo la ministra de Igualdad Social, Luiza Barros. “Hacer política social en nuestro país significa atender a la población que fue tradicionalmente apartada de ganancias y riquezas”, afirmó la presidenta ante representantes de comunidades quilombolas, las más antiguas fundadas hace más de tres siglos por esclavos liberados. Estas comunidades, que se han mantenido aisladas hasta hoy, tienen relaciones históricas con su territorio y mantienen tradiciones y prácticas culturales y religiosas ancestrales. “Si nos quitan la tierra, nos quitan el alma”, afirmó emocionada Maria Rosalina dos Santos, líder de los quilombolas que reclaman la titularidad de las tierras que tradicionalmente ocupan. “Devolverle la tierra al quilombola (descendiente de esclavo liberado) es devolverle la vida, la dignidad y la ciudadanía. No podemos permitir más que esa política avance a un paso tan lento”, reclamó, y explicó que muchas veces quedan fuera de programas sociales por no poder demostrar dónde viven. Brasil estima que existen 214.000 familias quilombolas, que suman casi 1,2 millones de personas en 1.834 comunidades (“quilombos”), de las cuales apenas 193 tienen reconocida la titularidad de la tierra. Rousseff prometió ampliar las políticas para esas comunidades, con énfasis en el reconocimiento de sus tierras, acceso a políticas sociales y ayudas para la agricultura.