Rodolfo Valderrama D.
El asesinato de siete campesinos cocaleros y la crisis de la reintegración a la vida civil por parte de la subversión, son manifestaciones de las numerosas fallas del Acuerdo con la guerrilla de las Farc, pomposa y engañosamente llamado Acuerdo de Paz; si bien debemos reconocer que se han reducido las muertes y secuestros atribuidos a esa guerrilla, esto puede ser coyuntural dado el incremento de otros grupos violentos. Dos aspectos centrales de la lucha guerrillera, según se decía, acabar la injusticia social y desmantelamiento del paramilitarismo, no se lograrán, pues no se pactaron reformas radicales en ese sentido, el exterminio de líderes sociales continúa; la guerrilla en forma egoísta e insensata reclamó para su grupo participación política y beneficios, pero para la población que sufre la perversidad de las políticas oficiales no exigió cambios sustanciales.
El gobierno por su parte ha magnificado las “bondades” del proceso, “Que el ingreso nacional crecerá más”, “Que tendremos un mejor país por la terminación del conflicto de más de 50 años”, “Que habrá más oportunidades para todos”, etc; esto último lo controvierte el informe de la Defensoría, cuando manifiesta que muchos de los casi 12.000 excombatientes están desertando por incumplimiento del gobierno, a su vez la periodista Salud Hernández en un informe sobre la situación en el Caquetá, menciona que la disidencia guerrillera está creciendo por la no presencia del Estado. El gobierno sabe muy bien que no va a cumplir cabalmente dichos compromisos por el altísimo costo de adecuar esas zonas de concentración y porque no brindará reales oportunidades de vida a exguerrilleros y cocaleros, además el modelo económico no lo permite dado el “tamaño” del Estado, entonces se acude al fracasado asistencialismo. Este engaño, guardando las proporciones, es similar a la estafa a miles de desempleados que pagaron inscripción durante la Administración Uribe cuando prometió 120.000 nuevos cargos oficiales, conociendo que esto no se podría cumplir.
No se trata de repudiar dicho Acuerdo al estilo de nuestra ultraderecha, porque tiene sus méritos, pero sí advertir que mientras tengamos violencia desde varios frentes, la paz es una ilusión; el Estado violenta cuando desconoce derechos elementales, como la salud o el trabajo formal ocasionando la guerra del rebusque; reales oportunidades no habrá tampoco para insertados o cocaleros y continuará el flujo de jóvenes a los grupos violentos e ilegales. Lo anterior implica la urgencia de reformas drásticas para mejorar el ambiente laboral, reducir inequidad, pobreza y corrupción, y una reforma política y electoral tendiente a una verdadera democracia, de lo contrario la paz será una quimera y no superará el primer paso.
rodovaldi@hotmail.com