No es de poca monta el reto que tendrán los nuevos dignatarios de las dos cámaras legislativas, Roy Barreras en el Senado y Augusto Posada en la Cámara de Representantes, ambos del Partido de La U, al comenzar el tercer período legislativo en medio de uno de los momentos de mayor desprestigio del Congreso, enredado como nunca en toda suerte de escándalos que el grueso de la opinión nacional reprocha. No es de poca monta el reto que tendrán los nuevos dignatarios de las dos cámaras legislativas, Roy Barreras en el Senado y Augusto Posada en la Cámara de Representantes, ambos del Partido de La U, al comenzar el tercer período legislativo en medio de uno de los momentos de mayor desprestigio del Congreso, enredado como nunca en toda suerte de escándalos que el grueso de la opinión nacional reprocha. Las consecuencias reales están a la vista: la Reforma a la Justicia, planteada como una panacea para los endémicos y crónicos males de la Rama Judicial, terminó sepultada en medio de una aguda discusión acerca de su inconveniencia, adiciones indebidas, “orangutanes” y “micos” por doquier y un verdadero quiebre constitucional del que aún no sabemos sus alcances finales; igualmente el enojoso episodio de la pretendida y abortada reelección indefinida del todo-poderoso secretario General del Senado, Emilio Ramón Otero Dajud. Barreras y Posada tienen a la vista responsabilidades de la mayor categoría, vistos estos antecedentes, de las cuales saldrán indemnes o más cubiertos de ignominia que sus antecesores, Juan Manuel Corzo y Simón Gaviria. De ellos dependerá, y de sus colegas, que el Poder Legislativo, uno de los tres pilares y bases de nuestro Estado de derecho, conserve su majestad, su dignidad y su verdadera posición en la estructura de nuestra sociedad. No es para nada bueno que los creadores de las leyes, los representantes legítimos del pueblo en el Capitolio Nacional, los voceros de las inquietudes, necesidades y preocupaciones de los colombianos por vía de la delegación a través del voto, continúen en este estado de confusión, cercanía a la anarquía y desprestigio cada vez más profundo. Ahí están cubiertos de lodo a diario, directa o indirectamente, por obra y gracia de sus acciones u omisiones; las cosas han llegado a tal nivel de vergüenza, descrédito y deshonra que una intención de revocatoria, altamente improbable por vías legales o constitucionales, tiene hoy enorme respaldo de la opinión pública. Pero las emociones, pasiones pasajeras y simplismos con que se miran los asuntos del Estado no deben dejar lugar a este tipo de pretensiones desordenadas. El Congreso es pilar básico, ineludible e imprescindible de la democracia, con todos sus errores, fallas y equivocaciones. Que algunos de sus miembros cometan desafueros, hagan indignas sus dignidades, no nos autoriza a salir en tropel a derrumbar esa estructura del orden social y jurídico. Ese es el principal desafío de las nuevas mesas directivas: que su majestad se irradie al resto de los colombianos, que se legisle como corresponde en interés general y comunal y no propio o personal; que la visibilidad, transparencia y apertura sea principio inmodificable. Hoy los colombianos estamos más en actitud vigilante de sus pasos, discusiones y votaciones. El Congreso tiene que volver a ser decente y respetable. Pero además, a ejercer, como le corresponde, el control político, necesario para consolidar la democracia. DESTACADO “El Congreso tiene que volver a ser decente y respetable. Pero además, a ejercer, como le corresponde, el control político, necesario para consolidar la democracia”. EDITORIALITO La visita del director de Coldeportes a Neiva, debe ser el punto de partida para concretar la remodelación del estadio de fútbol. Y debe plasmarse en resultados concretos para garantizar la incorporación de los recursos que hagan viable esa posibilidad.