«En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, cumpliríais mis mandamientos; yo le rogaré al Padre que os dé otro Consolador que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, sí lo conocéis, porque habita entre vosotros y está con vosotros. No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a Él». (Juan 14, 15-21).
Padre Elcías Trujillo Núñez
La Palabra de este domingo nos confirma que Dios deja sentir su presencia de forma providencial, lo que muchas veces llamamos: suerte, coincidencia, casualidad, etc.; solo desde la Fe, humildemente podemos decir que es signo del amor de Dios, y de que Él no abandona la obra de sus manos. Es así que las Palabras de la Escritura, tienen un tenor de confirmarnos en la fe, pues el Señor está anunciando su partida, y por lo tanto está consolidando en la fe a sus apóstoles.
Es importante entender que el Señor nos da su cuerpo glorioso, se nos da él mismo; su novedad entra en nuestro interior, somos penetrados por su presencia para transformarnos. Estamos en contacto con este nuevo tipo de vida, ya que él ha entrado en mí, y yo he salido de mí y me abro hacia una nueva dimensión de vida. En la actualidad, en el estilo de vida que muchas veces el mundo nos impone, nos cuesta trabajo comprender que la Iglesia de Cristo continúa y no termina con los hombres. La Iglesia presente es muestra y garantía de que Ella, peregrinará en este mundo, seguirá proclamando y mostrando el camino de la salvación al hombre por la guía del Espíritu Santo, hasta cuando Cristo retorne en su segunda venida y ponga todas las cosas a los pies del Padre. En el evangelio, Cristo el enviado del Padre, el Dios que se ha encarnado para redimir la historia de la humanidad, toda su vida Pública ha sido una confirmación de que Él es el Mesías, el Salvador, el Esperado de los Siglos; por eso en varios pasajes de los evangelios responderá diciendo: “…si no me creéis, creed por lo menos a las obras que el Padre realiza por mí,…”. Por eso el evangelio comienza diciendo: ” … si me aman guardarán mis mandamientos …”; Cristo, de esta manera nos hace comprender que Él ha venido al mundo para revelarnos la vida del Hombre Nuevo, no a que lo contemplemos como un ser extraordinario, por eso guardar sus mandamientos significa vivir, abrazar su vida. Pero, no podemos vivir la vida que Cristo nos ha revelado y nos llama a participar, si no somos revestidos por el Espíritu vivificador. Según el evangelio, no guardar los mandamientos de Cristo, significa rechazar, el diseño y plan de Amor del Padre que se nos ha revelado en el Hijo, a través de su misterio Pascual.
Cristo mismo señala, que esta vida nueva de la que el Espíritu Santo, nos hace participar, y que el mundo no la puede recibir, es porque el mundo ha rechazado al autor de la Vida, y al rechazarlo ha quedado encerrado en sus propios pecados.
Cuando el evangelista habla del mundo hace referencia a aquellos, que luego de haber recibido la predicación de la Salvación, la han rechazado. La Iglesia nos hace presente que si el hombre, no ha sido alcanzado por el anuncio del evangelio, pero actúa según la recta conciencia, se salvará; pues esta recta conciencia, es la misma ley de Dios inscrita en el corazón del hombre.
Para expresar el amor al prójimo o cumplir el mandamiento de Cristo que es amar como Él nos ha amado, hay dos condiciones: la primera Jesús la refiere diciendo: “…no todo el que me dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos…”, y la otra citación es “…si no guardáis mis mandamientos no tendréis vida eterna…”. El evangelio de este día, nos hace presente que el Espíritu Santo Paráclito revestirá de la vida nueva a aquellos que han acogido el anuncio y la predicación de Cristo, en segundo lugar, el Espíritu Santo le dará la garantía y avivará sus vidas en la esperanza para que no sienta el creyente que ha sido abandonado y en tercer lugar el Espíritu Santo hará testigos a aquellos que han sido revestidos de la vida nueva porque viven su vida en la esperanza de encontrarse un día cara a cara con Cristo que está junto al Padre. Por ello signo que vivimos ya en este mundo la novedad de la vida eterna es que guardamos las enseñanzas del evangelio y nos amamos entre los hermanos.
Nota: A cada una de las Madres, gracias por el favor de la vida. Felicitaciones.