En 1982, hace ya 31 años, Gigante celebró el bicentenario de su última y definitiva fundación, un grupo de giganteños por nacimiento y por adopción, liderado por la Biblioteca Popular “Abel Díaz Manrique”, nos dimos a la tarea de elaborar una monografía de nuestro municipio. Contamos para ello con el apoyo logístico de la citada biblioteca y con el liderazgo indiscutible del profesor José Manuel Silva Gutiérrez y del escritor y periodista cuyo nombre lleva con justicia la Biblioteca.
Me cupo en suerte la gratísima oportunidad y el inmerecido honor de trabajar el aspecto histórico con don José Manuel, a quien había conocido un poco antes (tal vez en 1979), cuando, habiéndose retirado de la rectoría del Colegio “Simón Bolívar” de Garzón, llegó a su pueblo a vivir su merecido descanso.
Con el rector del Colegio Nacional “Ismael Perdomo Borrero”, de Gigante, Luis Alfonso Ovalle Pardo, tuvimos el altísimo orgullo de ser recibidos por el ilustre profesor Silva y por su dignísima esposa, doña Cecilia Borrero, en la hermosa casa construida por ellos para pasar la etapa final de sus fecundas existencias.
El profesor José Manuel Silva (1906-1990) nació en Gigante. Perteneció a la recia estirpe que en más de doscientos años ha construido y ha escrito las mejores páginas de la historia de este municipio. Desciende de esclarecidas familias que habitaron el pueblo desde los años de su fundación: Silva, Borrero, Cuéllar, Perdomo, Gutiérrez. Sus antepasados fueron personajes que dieron gloria a la patria durante la emancipación y lustre a nuestra historia republicana.
El profesor Silva recibió el título de institutor en la Normal de Tunja y fue director de escuelas en Garzón, Yaguará y Neiva. Realizó estudios superiores en la Universidad Nacional, donde obtuvo el título de Licenciado en Ciencias de la Educación. Se entregó por entero a la educación desde 1936, secretario y vicerrector del colegio Santa Librada, de Neiva; fue rector de los colegios Simón Bolívar, de Garzón, Edeval de Bogotá y del Cooperativo Mutis.
Se desempeñó como Secretario de Educación del Huila y asumió finalmente la rectoría del “Simón Bolívar”, de Garzón, cargo al que renunció en 1978 para dedicarse a un bien merecido descanso después de 47 años de fértil labor docente. Recibió la máxima distinción que el Gobierno Nacional otorgaba a sus mejores maestros: la Medalla “Camilo Torres”.
La historia, su pasión
Conocía como el que más la historia del solar de sus ancestros y la cultivó con inmenso cariño y con lucidez meridiana.
En la elaboración del material histórico para la monografía de Gigante con ocasión del bicentenario en 1982 -que por fin vio la luz en 1989 gracias al esfuerzo denodado de Abel Díaz Manrique, José Manuel Silva y de otros gestores culturales-, el rico y extenso estudio de la historia del municipio se debe mayoritariamente al profesor Silva Gutiérrez, sin desconocer los muchos y variados aportes del historiador Díaz Manrique y de los que logramos hacer el profesor Ovalle y yo, los más neófitos del grupo, después de arduas pesquisas bibliográficas.
En esas páginas, amarillentas ya por el paso inexorable de más de 24 años, con su sabiduría histórica, el profesor José Manuel Silva escribió acerca de Félix María Borrero: “Fue amigo personal del General José Hilario López y esto influyó para que Félix María Borrero organizara en El Gigante una fiesta para conmemorar la libertad de los esclavos y entre los números del programa estaba sembrar un árbol en la plaza principal. Reunidos el 5 de octubre de 1851 el cura párroco Manuel Fontal, doña María Antonia Montalvo Trujillo, hermana del prócer José Miguel, Griselda Vega de Borrero, Manuel Toro Silva, Fructuoso Cabrera, Antonio Poveda Manrique, autoridades civiles y numeroso público, don Félix María arrancó una ceiba de 60 centímetros de altura del solar de su mansión para ser sembrada en la mitad de la plaza y cumplió así los deseos de los giganteños.”
Es autor además de las leyendas de Matambo y Miirtayú.
Una idea me quedó clara: el profesor Silva Gutiérrez no solo ha sido el giganteño que más conocía la historia de su pueblo, sino el que la conservaba con mayor celo en su portentosa memoria y en su archivo personal. Era también el más privilegiado y lúcido depositario de la tradición de su terruño y de sus familias, desde los antepasados suyos que participaron en los primeros años de vida del Gigante y en los más notables acontecimientos del siglo XIX, hasta quienes abarcaron el escenario patrio en su época, el siglo XX.
P.S.: Ofrezco estas modestas líneas a la memoria del excelso maestro José Manuel Silva Gutiérrez, como homenaje de desagravio por algunas afirmaciones en las que se puso en tela de juicio la palabra histórica del admirado educador, hechas el 5 de octubre pasado en la celebración del Día de la Giganteñidad en la ciudad de Neiva. Por suerte, como dijo Pilatos, “scripsi, scripsi”, es decir, “lo escrito, escrito está”.
Foto
Rodolfo Agudelo