Como es de conocimiento público, en plenas fiestas del San Pedro de 2023, el contralor departamental del Huila, Andrés Felipe Vanegas, protagonizó un bochornoso caso de violencia de género, luego que atacara a su entonces pareja sentimental, Salomé Bahamón.
En al menos, una docena de reportajes, informes y entrevistas, LA NACIÓN registró para esa época y los meses posteriores el escándalo y su evolución. Lo más impactante, sin duda, fue el relato de la víctima: “En ese trayecto me iba agrediendo verbalmente, diciéndome que como él no era uno de mis mozos, que con él no me divertía, que con él me daba mucho sueño. Empezó a gritarme, que yo era una perra, la más perra de todas, que yo salía con mi jefe y con el hijo de mis jefes… Caigo en el suelo. En el piso, él se agacha y vuelve a pegarme una cachetada. Después me levanta del piso, me ‘abraza’ por la parte de mi espalda y me arrastra hacia el ascensor”.
Todo el Huila y el país fueron testigos además del video publicado por LA NACIÓN que evidenció el salvaje maltrato al que el contralor Vanegas sometió a su entonces pareja.
La viralidad del episodio llevó a que la Fiscalía y la Procuraduría General de la Nación anunciaran acciones. Sin embargo, como muchos anticiparon, el contralor Andrés Felipe Vanegas se salió con las suyas porque más de un año después, él no sólo siguió en el cargo sino que ahora es el anfitrión de eventos de carácter nacional.
Es vergonzoso que un servidor público con semejantes antecedentes de violencia de género continúe al frente de un organismo de control regional, bajo la mirada complaciente de las autoridades y de la misma sociedad huilense, que para este caso no han aplicado castigos ejemplarizantes. Estos cargos deben estar reservados para profesionales que sean ejemplo de honestidad, pulcritud y rectitud.