Definitivamente, la capital del Huila requiere con urgencia un plan integral en seguridad a corto, mediano y largo plazo. Los atentados terroristas que han ocurrido a lo largo del año, el acecho de grupos ilegalmente armados en la zona rural y la oleada de atracos a mano armada durante las últimas semanas, obligan a esa intervención pensada no solo para unos cuantos días.
Nadie puede desconocer los esfuerzos que están haciendo las autoridades para devolverle la tranquilidad a los neivanos. No han sido días fáciles. A los 21 atentados contra el comercio organizado perpetrados por disidencias de las Farc con el fin de presionar el pago de millonarias extorsiones, se han sumado ahora los asaltos a mano armada, cuya ocurrencia ha llenado de nerviosismo a la ciudadanía y ha elevado consecuentemente el nivel de percepción negativa en materia de seguridad.
Tanto para frenar los atentados como para combatir la delincuencia común, es necesario no sólo que se implementen acciones por unos cuantos días sino que estás sean proyectadas en el tiempo con metas tangibles y fechas de cumplimiento. Es urgente que a esta causa se involucren a los fiscales y jueces, quienes no pueden pasar de agache frente al propósito de combatir la criminalidad y restaurar el orden en la ciudad.
Aunque la Policía ha dicho una y otra vez que estadísticamente las cosas no están tan mal en Neiva, un solo caso de atraco a mano armada bastaría para que la institución responsable de la seguridad ciudadana se vuelque a las calles con toda su capacidad operativa, de inteligencia y judicial para resolverlo. El asunto aquí pasa también porque las autoridades e instituciones tengan una gran capacidad de autocrítica.
Cuando de problemas de seguridad se trata, el camino de restarles importancia, ignorarlos o mirarlos de soslayo no es aconsejable.