La entrada en operación de los modernos e impactantes buses de dos pisos, que cubrirán inicialmente la ruta de Neiva – Bogotá – Neiva, debe concitar un cerrado aplauso para el presente y futuro de una de las empresas emblemáticas del Huila, ubicada hoy en sitial de honor y enorme presencia nacional del transporte terrestre de pasajeros y otras modalidades de este servicio. La entrada en operación de los modernos e impactantes buses de dos pisos, que cubrirán inicialmente la ruta de Neiva – Bogotá – Neiva, debe concitar un cerrado aplauso para el presente y futuro de una de las empresas emblemáticas del Huila, ubicada hoy en sitial de honor y enorme presencia nacional del transporte terrestre de pasajeros y otras modalidades de este servicio. Lo que está haciendo Coomotor, en una apuesta que apunta a no dejar perder mercado frente a la aviación comercial y ofrecer un producto de lujo y comodidades del mejor nivel, es muestra palpable de que sí hay espacio para la inversión propia, de que los grandes proyectos regionales privados sí son viables y tienen mercado suficiente, y que aquel impulso que nos dieron emprendedores como Reynaldo Matiz hace un siglo, no han perdido su vigor entre la sangre opita. Los Navette XL que partirán este jueves en su viaje inaugural de Bogotá a Neiva con capacidad para 56 pasajeros, abren una nueva era para la movilización de pasajeros en Colombia, un verdadero hito que ha correspondido a una empresa nuestra, propiedad de decenas de opitas corajudos y con la fortaleza suficiente para consolidar un sueño que hace poco más de una década parecía perdido. Quien observe los monumentales buses de dos niveles no imaginará siquiera que Coomotor, hace 13 años, estaba a punto de la quiebra y que sólo el tesón, la enjundia y la visión de un gran equipo liderado por Armando Cuéllar Arteaga pudo no sólo superar ese difícil momento, sino y sobre todo acopiar de esa crisis la experiencia suficiente para convertirse hoy en una de las grandes compañías de transporte terrestre del país. La apuesta tecnológica y de lujo de Coomotor va en la dirección correcta, bajo el entendido – entre otros argumentos – de que la “guerra de bajos precios” de las compañías aéreas, por razones que desconocemos, no se ha dejado ver por el aeropuerto Benito Salas. Constantemente se observan promociones de bajas tarifas aéreas a un sinnúmero de destinos del país, y del exterior, en los que Neiva es ausente notable, de manera que contar con un servicio como el de los Navette XL es una buena alternativa a los altos precios para volar. Y ello coincide con el avance de las ya dilatadas obras de la doble calzada Bogotá – Girardot, que suponemos eran requisito necesario para que este tipo de naves terrestres pudiesen transitar sin mayores dificultades. Se trata, en fin, de prepararse y afrontar con toda seriedad los retos que impone el mercado, ese difuso y complicado elemento que rige todas las actividades comerciales, y que finalmente se reduce a qué me ofrece y cuánto me vale para que el consumidor tome la decisión final. Coomotor se ha montado en el bus del progreso y el desarrollo avanzado, dando muestras a todo el país de una empresa con las agallas suficientes para no solamente competir con sus pares terrestres sino también para confrontar comercialmente con los aviones. Y eso es suficiente razón para esperar los mejores resultados.