Editorial – Guerra fracasada

En el pasado proceso electoral de Estados Unidos, dos de esos estados, los de Washington y Colorado aprobaron por votación popular la legalización de la marihuana En el pasado proceso electoral de Estados Unidos, dos de esos estados, los de Washington y Colorado aprobaron por votación popular la legalización de la marihuana, un hecho que debería hacer repensar a la primera potencia mundial en el fracaso de la guerra contra todo tipo de drogas alucinógenas que lanzó en los años 70 el presidente Richard Nixon, y replantear todo el equivocado manejo que se le ha dado a un tema en el que Colombia ha pagado los más altísimos costos en vidas humanas, desarrollo, progreso y calidad de vida. Y súmese a eso que en otros 20 estados de ese país el uso medicinal de la marihuana es legal. No son tan lejanos los días en que sobrevolaban el territorio nacional las avionetas fumigando extensas plantaciones de cannabis, bajo el patrocinio de Estados Unidos, que se ha tomado incluso el trabajo de clasificar en buenos y malos, vía descertificación, a quienes luchan o no luchan con ellos contra el narcotráfico. Sobra señalar, igualmente, que los cultivos industriales de la yerba ya son cosa corriente en la nación norteamericana, sin que alguna vez se les haya ocurrido lanzar avionetas con el paraquat u otros químicos sobre esas plantaciones. Por ello es más que pertinente la carta firmada por una  treintena de personalidades, entre ellas los presidentes Juan Manuel Santos, de Colombia, y Otto Pérez Molina, de Guatemala, instando a reconocer que “cincuenta años después de que fuera lanzada la Convención Única de Estupefacientes de las Naciones Unidas en 1961, la guerra contra las drogas ha fracasado”. En tanto se han dilapidado multimillonarios recursos en esa tarea, el uso de los estupefacientes “ha aumentado, y su suministro es más barato, más puro y más accesible que nunca”. Plantean los firmantes que ya hay 250 millones de consumidores de drogas y “las drogas ilícitas constituyen actualmente la tercera industria más rentable del mundo”, después de la alimenticia y el petróleo. La carta, que firman también personajes como los expresidentes Jimmy Carter, Fernando Cardoso, César Gaviria, Vicente Fox  y Lech Walesa además de varios premios Nobel, artistas y empresarios, señala que “decenas de miles de personas mueren cada año en la guerra contra las drogas”. Baste considerar el enorme daño causado a Colombia por vía de la proliferación de sofisticados, arriesgados y aventureros mafiosos que fueron convirtiendo nuestro nombre ante el mundo en sinónimo de esas sustancias, y pagando casi todo el peso de esa guerra, como si los países consumidores no tuviesen igual o mayor culpa del gigantesco negocio en que se convirtió, justamente por la misma prohibición. Como lo han dicho los más calificados estudiosos del fenómeno, la ilegalidad de las drogas aumenta exponencialmente su precio y convierte todo el tema en un verdadero círculo vicioso, en el que lo peor que puede hacerse es persistir en combatirlo, en lugar de tratar al drogadicto como un enfermo y controlar la producción en manos del Estado. Es hora del debate.