Está en mora un debate a fondo acerca del papel que cumplen – cumplimos – los medios de comunicación frente al ejercicio de la Justicia, sus procesos y el impacto que el cubrimiento periodístico Está en mora un debate a fondo acerca del papel que cumplen – cumplimos – los medios de comunicación frente al ejercicio de la Justicia, sus procesos y el impacto que el cubrimiento periodístico tiene en las decisiones de los investigadores y jueces. El caso del presunto asesinato de un estudiante de la Universidad de los Andes, Luis Andrés Colmenares, en el que – según la Fiscalía – estarían involucradas dos amigas del occiso, también estudiantes del mismo claustro, y se ha denunciado aparente tráfico de influencias y algunas irregularidades en la investigación inicial, se ha convertido en la noticia del crimen más amplificada de los últimos años. En un país que ha rondado entre 15.000 y 20.000 homicidios anuales, la acción de impresionantes y peligrosos grupos armados ilegales, el altísimo impacto del narcotráfico, el contrabando, el secuestro y la delincuencia común, no suena coherente ni proporcional que se dediquen kilómetros de páginas, centenares de minutos en radio y televisión y seguimiento, incluso en directo, de todas las fases de uno más de los miles de procesos penales que se desarrollan en Colombia a diario. Varios medios nacionales se preguntaron el fin de semana el porqué del enorme interés de los colombianos en el caso Colmenares. La pregunta es necia, decían las abuelas; simple y llanamente porque los mismos grandes medios convirtieron el caso en asunto permanente de su agenda diaria de noticias, le otorgan despliegue sinfín y se han trenzado, unos a otros, en una batalla constante de supuestas “chivas” y entrevistas “exclusivas” con los y las protagonistas del proceso judicial. Y en esto valdría cuestionarse varios asuntos. Si la condición personal del occiso y de sus acompañantes la noche de los hechos, estudiantes de una de las más prestigiosas universidades, pesa más que los miles de casos similares o de mayor gravedad pero en los que sus actores no pertenecen a esos altos círculos sociales y académicos; si la presencia de dos connotados abogados, conocidos tanto por sus méritos profesionales como por su afán de figuración publicitaria, es otro factor relevante, o si la misma condición social y económica de las familias involucradas hace la diferencia frente a otros hechos criminales. Jóvenes de estrato alto, universidad reconocida, abogados famosos, sindicadas bonitas y un caso con muchos interrogantes son una mezcla adecuada para una buena telenovela o un guión de película, pero no necesariamente para convertirla en la noticia más trascendental del día durante tantos días y meses, frente a acontecimientos mucho más importantes, graves y de impacto nacional. Cuánto inciden los destellos de las cámaras, las frecuentes entrevistas a los implicados, las columnas de opinión y el acoso constante de los medios en las decisiones de los jueces, es la pregunta de fondo. Esa presión pública, creada artificialmente por los medios, ¿será la que determine este u otro fallo? E ahí el alcance de nuestras responsabilidad social.