La ya famosa ‘mermelada’ del nuevo Sistema de Regalías, así llamada por el ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry, parece que no tiene aún buen sabor para la mayor parte de los gobernantes regionales. La ya famosa ‘mermelada’ del nuevo Sistema de Regalías, así llamada por el ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry, parece que no tiene aún buen sabor para la mayor parte de los gobernantes regionales. Unos porque les han quitado mucho, otros porque les darán muy poco y otros más porque ya tienen que enfrentar el largo listado de necesidades que sus gobernados creen, equivocadamente, se resolverán con el nuevo modelo de distribución de los réditos por explotación de recursos naturales. Hoy justamente se reunirán los alcaldes en Bogotá para expresarle al presidente Juan Manuel Santos su inconformidad con la repartición de las regalías, a la que señalan de inequitativa, pero además, con insatisfechas expectativas. Los alcaldes parten de la base de que se crearon demasiadas expectativas para los municipios que nunca han recibido regalías, en tanto se deberán recortar numerosos planes y proyectos que ya estaban presupuestados en aquellas regiones privilegiadas por la naturaleza para producir crudo, oro, gas y otros recursos. Sin dejar de lado el contundente golpe que recibieron zonas como el departamento del Huila y municipios como Neiva, Palermo, Aipe y Yaguará, acostumbrados históricamente, desde hace por lo menos 25 años, a recibir jugosos dividendos por el petróleo extraído de sus tierras, duele señalar que la mayor parte de ese dinero – billones de pesos – se esfumó sin que esta región haya avanzado mayor cosa en el contexto del desarrollo nacional. Así las cosas, no se ven argumentos de peso – sustentables política y socialmente – para volver a exigir al Gobierno Nacional que se siga privilegiando a las zonas productoras muy por encima de aquellas que no producen minerales. Dentro del mismo departamento se advierten las diferencias: municipios que nunca recibieron regalías directas, como Pitalito, Garzón o La Plata, han alcanzado mejores niveles de vida para sus habitantes que aquellos bendecidos por el crudo. Por supuesto que el Huila y sus municipios productores de petróleo no son la excepción, lastimosamente, del errático manejo de los dividendos. Arauca, Meta, Sucre y Casanare tienen similares ejemplos del camino desviado de estos enormes recursos financieros. Y como quedó claro durante la discusión del proyecto, el derroche y la corrupción en las áreas petroleras fueron el argumento central, y esencial, tanto del Gobierno como de los congresistas de regiones no productoras para lanzar el zarpazo hacia estos jugosos recursos. Modificar ese discurso hoy, sin tener elementos tangibles de fondo para contra-argumentar y exigir que se regrese a un modelo, si no igual por lo menos drástico en sus recortes, no parece tener escenario adecuado. Habría que demostrar, de entrada, que los billones de pesos tuvieron destino adecuado: obras y proyectos de impacto social sostenido, bajos indicadores de necesidades básicas insatisfechas, mejor nivel de vida e ingreso per cápita superiores al promedio nacional, educación de alto nivel concordante con lo recibido en todos estos años. Un examen que ya se perdió.