El presidente del Consejo de Estado, Gustavo Gómez, propugnó por el fortalecimiento de la sociedad civil, como otro elemento de control social El presidente del Consejo de Estado, Gustavo Gómez, propugnó por el fortalecimiento de la sociedad civil, como otro elemento de control social y sugirió la institucionalización de la consulta previa, no solo para las comunidades étnicas, sino como un trámite obligatorio para los proyectos, como la fallida reforma a la justicia, que afectan a la comunidad. El tema aunque no tuvo la trascendencia fue planteado al instalar la cumbre de la rama jurisdiccional, realizada en Neiva, como una fórmula novedosa con grandes repercusiones en el ámbito público para profundizar la institucionalidad democrática y la gobernabilidad. En Colombia, aunque frágiles todavía, han comenzado a demostrar la inmensa capacidad de incidir en las políticas públicas como ocurrió con la cuestionada reforma universitaria o la controvertida reforma a la justicia, sepultada por sus propios promotores ante la iracunda reacción de los ciudadanos que cuestionaron no sólo los vicios de legalidad, sino la inconveniencia. Las organizaciones de la sociedad civil están desempañando cada vez más, un papel activo apoyando la participación ciudadana, abogando por transparencia y la lucha frontal contra la corrupción; responsabilidad pública, defensa de los derechos humanos y el medio ambiente. Movilizaciones en defensa del territorio, como ocurre en el caso de las represas o la gran minería; o movimientos contra la ‘Ley Lleras’ que limita el acceso a información, o las recientes manifestaciones suscitadas por la inminente relección del Procurador, son otras expresiones que están tomando fuerza. Incluso, reacciones contra columnistas, tráfico de influencias, discriminación y conductores beodos. Y ahora, con mayor veras, distintas organizaciones de la sociedad civil, reclaman también su protagonismo frente a los proyectados diálogos de paz. La existencia de una sociedad civil diferenciada de la sociedad política es hoy un prerrequisito indispensable para la democracia. Sin ella, no hay Estado legítimo. La sociedad civil, según Para Jürgen Habermas, tiene unos componentes esencial: la defensa de los derechos individuales, políticos y sociales de los ciudadanos, su libre asociación, la posibilidad de defenderse de la acción estratégica del poder y del mercado y la viabilidad de la intervención ciudadana en la operación misma del sistema. Pero además, los movimientos sociales en pleno auge gracias a las redes sociales, plantean nuevos principios y valores, nuevas demandas sociales, protección efectiva de los derechos fundamentales y una nueva forma de vigilar el poder. Las sublevaciones tunecina y egipcia, impulsadas por jóvenes movilizados a través de las redes sociales en internet, demostraron el nuevo poder. Lo que comenzó como una protesta tentativa contra regímenes totalitarios se convirtió en una insurrección popular que terminó sacando a los tiranos. Las grandes movilizaciones civiles tienen más poder que un grupo reducido alzado en armas. Los cambios ocurridos en América Latina en la última década legitiman en cambio las vías democráticas para acceder al poder sin necesidad de las armas. La caída de los tiranos, por presión de las masas desarmadas, sin recurrir a la violencia armada, demuestra este nuevo poder que se abre paso para frenar el abuso del poder.