Han sido por lo menos tres generaciones de periodistas las que han dejado su huella, y todas sus emociones, en la publicación semanal Han sido por lo menos tres generaciones de periodistas las que han dejado su huella, y todas sus emociones, en la publicación semanal más importante del país que hoy está llegando a sus primeros 30 años de existencia manteniendo un espíritu crítico, independiente y muchas veces incómodo -como debe ser-para los gobiernos y el poder. La revista Semana es hoy sinónimo de entereza de carácter, de buen periodismo, de noticias a profundidad y de aplicación rigurosa de las normas esenciales para informar con equilibrio, seriedad y responsabilidad. En tres décadas, sus sucesivos periodistas han tenido que mantener el equilibrio en la peligrosa cuerda nacional, hacer gala de una bien estructurada capacidad de interpretar situaciones tan complejas como el narcoterrorismo que puso en jaque al Estado y al país a finales de los ochenta, el permanente azote de la guerrilla, el surgimiento, expansión y asunción del poder del paramilitarismo en todas sus facetas, la gravísima infiltración de la criminalidad en sensibles organismos del Estado o los enmarañados procesos de paz. Semana ha sido, como se exige del periodismo sin ambages, el perro guardián frente a los abusos del poder, el centinela sin descanso de una patria, una nación, un país y una institucionalidad las más veces carcomida por los intereses particulares; le ha dado la dimensión adecuada a grandes hechos que han modificado la estructura nacional como la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, la irrupción espectacular de un Presidente sui géneris como Álvaro Uribe Vélez. La mejor muestra de la independencia y la recia personalidad de Semana, seguramente el mejor sello que le ha podido estampar su dueño Felipe López, es el hecho de que casi todos los gobiernos se han incomodado al extremo con sus investigaciones sobre episodios tan traumáticos para el país como el proceso 8.000, las chuzadas del DAS o el escándalo de la parapolítica. Como lo señaló acertadamente en su edición de aniversario su director Alejandro Santos Rubino, Semana también ha entendido que la única columna vertebral que sostiene al periodismo sea cual sea la época, y sea cual sea la tecnología, sea cual sea la generación de reporteros, es su aporte a la verdad. Informar con profundidad, desde una ética de lo público y que antepone al ciudadano y la democracia como valores supremos. Y por supuesto, desde un pensamiento crítico e independiente. Un periodismo con carácter, como corresponde a una publicación de 30 años, que ha sido testigo de un mundo, un país y una sociedad dura, sufrida, pero al mismo tiempo talentosa, luchadora y entusiasta. Interpretar, analizar, comprender y narrar con criterio y sensibilidad esa realidad cambiante, incluso cuando otros no la ven cambiar, ha sido la tarea de Semana en estos 30 años, y lo será mientras exista. LA NACIÓN, colega y aliado de Semana en los recientes años en diversos compromisos de interés público, extiende un abrazo de congratulaciones, solidaridad y compromiso mutuo.