Se cierran las sesiones del Congreso de la República con el tema que quizá levanta mayores polémicas e interés puesto que se relaciona directamente con el bolsillo de los colombianos
Se cierran las sesiones del Congreso de la República con el tema que quizá levanta mayores polémicas e interés puesto que se relaciona directamente con el bolsillo de los colombianos, el presente y futuro de los empresarios y la capacidad o no del Estado de establecer un sistema equilibrado, justo y suficiente para las necesidades de gasto e inversión que tiene el país. Lo que está pasando con esta reforma tributaria, en la que incluso ha tenido que intervenir directamente el Presidente de la República, dada la complejidad del asunto y la postura de los partidos políticos, es elocuente muestra de que el Congreso de la República sí tiene un real poder y que es este el momento ideal para poner a prueba el compromiso de los parlamentarios con sus electores y el país en general. Las discusiones adelantadas por los congresistas, de los cuales muy pocos tienen conocimiento técnico del tema, han sido permeadas por la interferencia de un altísimo número de miembros del lobby, a tal punto que el presidente de la Cámara, Augusto Posada, dio la orden terminante de no dejarles entrar al recinto de discusiones. Pero allí están, rondando por cada oficina y curul con la pretensión de lograr que la reforma no les produzca afectación. De manera que lo que está en juego es la esencia misma del Congreso como vocero auténtico de todos los colombianos, y de allí se esperaría que la actuación de los senadores y representantes obedezca a ese mandato – el interés general – y no a las intenciones de determinados grupos, gremios y sectores minoritarios que tienen acceso privilegiado a las sesiones. Lastimosamente lo que se ha visto hasta hoy tiene más de aquellas pretensiones particulares que de lograr una Ley equilibrada: no se entiende, por ejemplo, que se siga gravando los salarios y los honorarios de los trabajadores independientes y se haya eliminado la posibilidad de que las pensiones más altas, esas de más de 10 y 15 millones mensuales, paguen algún tributo. No sobra recordar que esas mesadas se pagan con la plata de todos los colombianos y corresponden hoy al rubro más oneroso del presupuesto nacional, pero la tarea de lobby de tanto ex senador, ex ministro y ex magistrado dio sus frutos y no les tocarán un peso de sus enormes beneficios. En el caso particular de lo que más ha sonado, la supervivencia del Sena y el Icbf, vistos los argumentos del Gobierno no sufrirán daño al eliminarse los parafiscales porque habrá los mismos o más recursos de otras fuentes para las dos entidades, en tanto que sin esa carga tributaria es viable pensar que se generen más empleos. Pero no se está discutiendo no sólo eso, son más de 150 artículos que tocan cada bolsillo nuestro, de ahí que sí es necesario que los congresistas sean convocados a extras para que se empapen a fondo del tema y no tengamos a fin de año otro escándalo como el de la Reforma a la Justicia en 2011, que la mayoría de parlamentarios aprobó sin siquiera leer.