La educación en Colombia, el Departamento del Huila incluido, presenta serios problemas de cobertura y calidad. Si bien hay que reconocer avances en cobertura educativa, también es verdad que por distintas razones, sobre todo de carácter socioeconómico, la educación no llega todavía a muchos niños, jóvenes y adultos. Esto no debe parecer extraño en un país en que su Plan de Desarrollo (Santos II, “Todos por un Nuevo País”) sigue considerando a la educación como un servicio (“el servicio educativo”), como una mercancía objeto de privatización y no como un Derecho social, tendencia que se observa desde la imposición en Colombia del Modelo de Desarrollo Neoliberal a partir del gobierno nefasto de César Gaviria Trujillo y su malhadada Apertura Económica.
En cuanto a calidad educativa la problemática es múltiple. Nos centraremos, sin embargo, en tres puntos fundamentales:
1. Nuestro sistema educativo está desarticulado, pues cada uno de sus niveles opera con lógicas distintas. Es así como por ejemplo, la básica primaria obedece a una lógica cual es la de simplemente preparar a los estudiantes para el nivel siguiente. La básica secundaria actúa bajo la lógica del énfasis en las disciplinas y en el desarrollo cognitivo. Y en educación universitaria la lógica es la de la profesionalización.
2. Nuestro sistema educativo está descontextualizado, vuelto de espaldas a las realidades nacionales, regionales y locales. Por ejemplo, se enseña el tema del río Magdalena y sus afluentes, pero no se menciona la importancia del agua y la defensa del territorio como parte integrante de la soberanía nacional. Imposible que los recientes hechos de El Quimbo no nos abran los ojos al respecto para superar estas falencias y, además, para que el pueblo del Huila le cobre este atentado contra el ser humano y la naturaleza a la clase politiquera regional que no dudó en vender para beneficio personal y de empresas multinacionales los recursos naturales del Departamento.
3. Nuestro sistema educativo se sigue mostrando inocuo para formar ciudadanos capaces de vivir en armonía social con los otros, de solucionar las diferencias de forma civilizada y no mediante el uso de la violencia, capaces también de practicar la solidaridad humana con los más humildes y necesitados, y de ser respetuosos con la naturaleza de la cual surgimos como seres humanos a través del proceso del trabajo. En resumen, de superar problemas como el de seguir formando personas distantes de lo real e incapaces de mirar las cosas bajo la perspectiva del otro, de ese otro cuya naturaleza racional lo define como un fin en sí mismo de acuerdo con el segundo imperativo moral de Immanuel Kant en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
Frente a estos problemas de desarticulación, descontextualización y de prácticas violentas contra el hombre y la naturaleza nosotros proponemos una educación que articule, contextualice y oriente la formación de los estudiantes de acuerdo con los siguientes fines: enseñarlos a pensar, a imaginar y a convivir sanamente en sociedad como medio para para crear un nuevo país con paz, democracia y justicia social. Esto desde la educación inicial, pues los niños son muy inteligentes e imaginativos, hasta los más altos niveles de la formación educativa.
Enseñar a pensar significa preparar al estudiante para el desarrollo del pensamiento analítico, el que fija la atención en aquello que en la realidad se repite bajo ciertas condiciones, el propio de la ciencia surgido a través de la curiosidad, de la capacidad de hacer y hacerse preguntas sobre el mundo, de la investigación y sus métodos de observación, análisis, síntesis, comparación, experimentación, teorización, predicción, de planteamiento y solución de problemas, de análisis de errores, entre otros, para llegar a postular la ley científica.
Enseñar a imaginar significa preparar al estudiante para el desarrollo del pensamiento analógico, el que fija la atención en lo único, irrepetible y fugaz, el propio del arte, de la sensibilidad estética, el de la creación de universos de ficción a los cuales no corresponde un referente en la realidad, pero invención deformadora de lo real que de manera dialéctica puede reflejar el mundo de la realidad que le sirvió como punto de partida. Es el caso de la literatura y de los demás lenguajes artísticos tales como las artes visuales, el teatro, la danza, la música y la cerámica, entre otros.
Llegados a este punto preguntémonos lo que sigue: ¿Está la ciencia tan absolutamente divorciada del arte que no hay forma de ver si tienen algo en común? Tanto el artista, como el científico, como el filósofo son creadores, todos buscan descubrir algo. Y en ese tránsito la guía es siempre la imaginación. O, ¿no hay imaginación en la hipótesis del científico si ella es la suposición de una cosa, sea posible o imposible, para sacar de ella una consecuencia? ¿No es acaso la hipótesis una afirmación o pregunta proyectada al futuro, al mundo de lo posible? En síntesis, ciencia y arte son dos medios para conocer la realidad, que están unidos por el hilo de la imaginación. No sobra tampoco recordar que la Revolución de Mayo del 68 en Francia, surgida del mundo universitario, tuvo como lema “La imaginación al poder.”
Enseñar a convivir significa aprender a comunicarse eficazmente con los otros, a realizar valores positivos a través de la interacción social con los demás, a formarse como ciudadanos respetuosos y solidarios con una ética en que prime el respeto a los demás y a la naturaleza, en ser capaces de conmoverse con las desgracias ajenas y colaborar de manera generosa para solucionarlas, en síntesis, en tener una visión del mundo edificada sobre el concepto de paz positiva que nos garantice a todos una vida en dignidad.
Si se han seguido con atención estos planteamientos podrá observarse que hay un elemento que une al pensar, al imaginar y al convivir sanamente para llegar al plano de la creatividad: el lenguaje. No existe pensamiento sin lenguaje y a mayor desarrollo del lenguaje mayor desarrollo de la inteligencia, y del juicio ético y moral; las obras de arte y de ficción se expresan a través de los lenguajes artísticos; y los valores positivos como el respeto y la solidaridad, se realizan a través de la comunicación con los otros, efectuada a través del lenguaje. Además todo acto pedagógico es en sí mismo un acto de comunicación, por lo cual el lenguaje es el elemento articulador en cualquier sistema educativo.
Los estudiantes formados para aprender a pensar, a imaginar y a convivir sanamente con los otros para alcanzar el plano de la creatividad serán los científicos, los artistas y los filósofos del mañana que, pasando por encima de prejuicios y conceptos anquilosados, inventarán y dirán cosas nuevas desde sus disciplinas para no seguir produciendo lo que siempre se produce, para no seguir haciendo lo que siempre se hace, para no seguir diciendo lo que ya otros han dicho; serán los futuros ciudadanos que cambiarán para bien este país; y serán quienes, pasando al plano de la acción, construyan una Colombia nueva con paz, democracia y justicia social, no a la manera fácil del calco y copia, sino con la dificultad característica de una creación heróica, como en su momento escribieron el Maestro colombiano Estanislao Zuleta en su conocido texto Elogio de la dificultad y José Carlos Mariátegui en su libro Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana.
Si lo conseguimos, cada uno de nuestros estudiantes podrá decir como en el Zaratustra de Nietzsche: “He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio. Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un dios baila por medio de mí.”
