El expresidente egipcio Hosni Mubarak, derrocado por una rebelión popular en 2011, salió el jueves de la cárcel y fue trasladado a un hospital en régimen de detención domiciliaria, antes de la reanudación el domingo de su juicio por el asesinato de manifestantes.
La justicia había ordenado la liberación condicional de Mubarak, de 85 años, en delicado estado de salud. Pero el ejército, que dirige de facto el país desde la destitución el 3 de julio de su sucesor, el islamista Mohamed Mursi, decidió el miércoles que el hombre que durante tres décadas gobernó Egipto con mano de hierro sería colocado bajo arresto domiciliario.
El jueves por la tarde, fue trasladado en un helicóptero desde la cárcel de Tora de El Cairo al hospital militar de Maadi, en un barrio periférico de la capital, indicó a la AFP un general del ministerio del Interior.
Estas incidencias se producen en medio de una ola represiva contra los partidarios de Mursi, miembro de la cofradía de los Hermanos Musulmanes y primer presidente elegido por vía democrática en este país, el más poblado del mundo árabe.
Mursi se halla detenido en un lugar secreto y deberá responder a acusaciones de complicidad con asesinatos de manifestantes.
Para Estados Unidos, la liberación de Mubarak es asunto de Egipto y en cuanto a Mursi sigue sosteniendo que debería ser puesto en libertad.
La caída de Mubarak había marcado el apogeo de la Primavera Árabe, que en 2011 derribó a los regímenes autoritarios de Túnez, Egipto y Libia.
Mubarak y líderes de Hermanos Musulmanes a juicio el domingo
Mubarak tiene cuatro juicios en curso, tres de ellos en apelación, por casos de corrupción y "asesinato de manifestantes" durante las protestas de enero y febrero de 2011.
El domingo se reanudarán en El Cairo las audiencias por uno de estos últimos cargos.
Tras el anuncio de la salida de la cárcel de Mubarak, Suiza anunció volverá a examinar el dossier de sus fondos congelados, 700 millones de francos suizos (583 millones de euros, 778 millones de dólares).
El mismo domingo comparecerán varios dirigentes islamistas detenidos tras el golpe del mes pasado, entre ellos el guía supremo de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie, y dos de sus adjuntos, acusados de "incitación al asesinato" de manifestantes anti Mursi el pasado 30 de junio.
Desde la semana pasada, la ola represiva se saldó con más de mil muertos, en su gran mayoría islamistas que reclamaban el retorno de Mursi al poder. También hubo cerca de un millar de detenidos, incluyendo al portavoz de la cofradía, Ahmed Aref.
Viernes de los mártires
La represión consiguió frenar el impulso de las protestas, pero los islamistas han subido la apuesta convocando a grandes manifestaciones tras la plegaria musulmana de este viernes, bajo el lema de "viernes de los mártires".
El ejército derrocó a Mursi apoyándose en la gran movilización antiislamista del 30 de junio, en la cual centenares de miles de egipcios salieron a la calle para denunciar el acaparamiento del poder por los Hermanos Musulmanes y una gestión económica que no logró reanimar a la desastrada economía nacional.
Tras los últimos episodios de violencia, la Unión Europea y Estados Unidos amenazaron con revisar las ayudas financieras aportadas a Egipto, pero Arabia Saudita y sus aliados del Golfo prometieron compensar el eventual retiro de esos respaldos.
La AFP contabilizó 970 muertes en una semana, incluyendo la de 102 policías. Esa cifra supera a los 850 muertos dejados por la rebelión que en dieciocho días echó por tierra al régimen de Mubarak en 2011.
La represión antiislamista genera temores de una radicalización del ala más dura de ese sector.
El lunes, un atentado con cohetes mató a 25 policías en la peníncula del Sinaí y este jueves dos soldados perdieron la vida en un ataque en Ismailiya, cerca del canal de Suez, informaron fuentes de seguridad.
Human Rights Watch, una ONG con sede en Nueva York, denunció por su lado ataques contra 42 iglesias del cristianismo ortodoxo copto y contra numerosas escuelas, viviendas y empresas de miembros de esa comunidad.