El papa Benedicto XVI dijo ayer en una misa ante cientos de miles de personas en Silao (centro de México) que el poder de los ejércitos no salvará a la gente SILAO, México, AFP El papa Benedicto XVI dijo ayer en una misa ante cientos de miles de personas en Silao (centro de México) que el poder
de los ejércitos no salvará a la gente y que una fe cristiana bien entendida no permite que los hombres sean sometidos por la fuerza. Tras señalar que México y el continente viven “momentos de dolor y de esperanza a la vez”, pidió a América Latina encomendarse a Cristo Rey para buscar “la paz y la concordia”. “Su reino no descansa en el poder de sus ejércitos sometiendo a otros por la fuerza o la violencia. Descansa en un poder superior que conquista los corazones: el amor de Dios”, dijo en un país que ha sufrido 50.000 muertos y crímenes horrendos en cinco años de ofensiva militar contra los carteles. El Papa agregó que “esto nos puede recordar hoy a cada uno de nosotros y a nuestros pueblos que, cuando se trata de la vida personal y comunitaria, en su dimensión más profunda, no bastarán las estrategias humanas para salvarnos”. Al igual que México, otros países de la región como Guatemala y Honduras han movilizado sus ejércitos para atacar a los carteles del narcotráfico. Muchos asistentes buscaban en el encuentro con el Papa fortalecer una fe puesta a prueba por los acontecimientos. “El Santo Padre sabe cómo decir las cosas y recordarnos que Dios no se ha olvidado de nosotros”, explicó Martha Hernández, mientras David García, de 51 años, pedía la recuperación de su familia: “mi única esperanza es ver libre a mi hijo encarcelado por (pertenecer al) crimen organizado y a mi hija de 16 años libre de drogas” La eucaristía en el parque Bicentenario de la ciudad de Silao, en el centro de México, era el punto culminante de su visita a este país, la primera de su papado. Benedicto XVI celebró la misa ante unos 640.000 fieles, medio millón de ellos tuvieron acceso al parque y el resto la siguió desde los alrededores, según cálculos de autoridades del estado de Guanajuato que entregó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. Entre los asistentes a la misa estaban los cuatro candidatos a las elecciones presidenciales que se celebrarán en México el 1 de julio. La “misa de esta mañana fue verdaderamente histórica para este viaje y este país” señaló el portavoz del Vaticano. El lunes viajará a Cuba, donde estará hasta el miércoles y donde se reunirá con Raúl Castro. Al finalizar la misa, el Papa celebró la oración del Ángelus, durante la cual insistió en que es necesario desterrar de América Latina las venganzas y el odio, en una nueva alusión a la violencia que afecta a la región. Benedicto XVI encomendó el continente a la Virgen de Guadalupe “en estos momentos en que tantas familias se encuentran divididas o forzadas a la migración, cuando muchas padecen a causa de la pobreza, la corrupción, la violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores o la criminalidad” Antes del oficio el helicóptero que trasladaba al Papa circunvoló la gigantesca imagen de Cristo Rey, de 20 metros y 80 toneladas, destruida durante la Guerra Cristera (1926-1929) entre el gobierno y católicos insurrectos, que marcó un drástico quiebre de las relaciones entre el Estado y la Iglesia. Luego descendió en el parque Bicentenario donde la multitud, compuesta mayoritariamente por jóvenes, lo saludaba y vitoreaba al paso del papamóvil que lo llevó desde el helipuerto hasta el altar, cantando “Benedicto hermano, ya eres mexicano”. Durante el recorrido el Papa se colocó un sombrero de charro mexicano, mientras banderas de México, pero también de otros países de América Latina como Argentina, Chile, Venezuela y Guatemala se levantaron a su paso. El Sumo Pontífice regresó tras la misa en helicóptero a León, donde al atardecer encabezó la oración junto a los obispos de toda América Latina, en el que fue su último acto público antes de despedirse de México el lunes por la mañana. En su mensaje ante unos 250 prelados el Papa les pidió no desfallecer ante el “despotismo del mal” y los animó a dar un mayor papel a los laicos en la tarea de reevangelizar la región, donde el catolicismo enfrenta una realidad de violencia y el descenso de fieles. La Iglesia de América Latina, donde viven el 28% de los católicos, enfrenta el desafío de la pérdida de fieles ante el avance de otras creencias y una creciente secularización reflejada en el debate de políticas estatales en temas como el aborto, la contracepción y el matrimonio homosexual que contrarían la doctrina católica tradicional.