La ciudadanía neivana es víctima de las distintas manifestaciones delincuenciales de las que son protagonistas numerosos indeseables que van desde la escala más baja de la sociedad hasta algunos incrustados en la misma administración pública. Un simple examen de las páginas judiciales de los diarios locales nos permite establecer la cantidad de robos de motocicletas y automotores que a diario se presentan en la ciudad, donde los delincuentes lesionan o terminan con la existencia de sus propietarios. Es frecuente el atraco y, aún, el asesinato de taxistas, sobre todo cuando realizan su labor en horas de la noche. Muchos pasajeros de vehículos urbanos frecuentemente son despojados de dineros, joyas y demás pertenencias. Antes Neiva era un remanso de paz, pero desde hace un tiempo se han presentado asesinatos, atracos, enfrentamiento entre maleantes por ajustes de cuentas o por profesionales de la muerte, que cumplen su tétrica misión utilizando armas de fuego, las que les permiten actuar y favorecer su huída en las consabidas motocicletas. Existen sitios donde pululan los desechables, drogadictos y raponeros. Son las conocidas ollas, lugares donde se guardan los elementos robados y se expenden estupefacientes. También en la zona céntrica de la ciudad estos malhechores, aprovechando las horas de mayor afluencia de peatones y los trancones ocasionados por los atrevidos conductores de vehículos públicos que violan toda suerte de reglamentos de tránsito. De otro lado, abundan los apartamenteros, los estafadores, los vendedores de rifas piratas, los negociantes de cheques chimbos, los que utilizan el paquete chileno, los fleteros, los que cometen abusos de confianza o delitos sexuales contra los menores de edad o patrocinan la prostitución. Hacemos un llamado a la comunidad para que avise oportunamente a las autoridades policivas de cualquier anomalía o presencia de gente sospechosa, pues en infinidad de oportunidades se puede evitar la consumación de delitos, dejando de lado la habitual indiferencia y obrando con solidaridad y prontitud. Hoy se debe actuar formando un frente común entre autoridades y ciudadanía, para combatir la delincuencia común que nos está asolando. Esa debe ser la consigna general.