El capitalismo industrial (VII)

Tras su regreso a Inglaterra en 1836 después de su viaje a bordo del Beagle, Charles Darwin comenzó a recopilar sus ideas acerca de la evolución de las especies en sus Cuadernos. La explicación de su tesis le surgió después de la lectura del primer Ensayo sobre el Principio de la Población de Malthus. Darwin aplicó a los animales y las plantas las teorías de Malthus y en 1838 había elaborado ya un bosquejo de su propia tesis, publicada completa en 1859 con el título de El Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural.  
 
Según Darwin a causa del problema de la disponibilidad de alimentos descrito por Malthus los jóvenes miembros de las distintas especies  compiten por la supervivencia. Los sobrevivientes tienden a incorporar variaciones naturales favorecedoras en el proceso de selección natural, así sea mínima la ventaja que procuren. Dichas variaciones se transmiten a través de la herencia y cada generación mejorará en términos adaptativos con respecto a las anteriores, proceso gradual y continuo, y causa de la evolución de las especies.
 
Volvamos a Malthus. En la segunda edición de su libro y en las subsiguientes no insistió en las progresiones, y resumió su ley de población que buscaba impedir su excesivo crecimiento en tres premisas: a) Los medios  de subsistencia limitan necesariamente la  población; b) la población crece cuando aumentan los medios de subsistencia, a menos que se lo impidan obstáculos poderosos y evidentes; c) estos obstáculos y los que reprimen la capacidad superior de la población y mantienen sus efectos al mismo nivel que los medios de subsistencia, se resuelven todos en restricción moral, vicio y miseria.
 
Para Malthus dos contenciones evitarían el exceso poblacional: las guerras y las hambres, asociadas a la mortalidad; el vicio y la restricción moral, asociados a la natalidad. Como política práctica propuso orientar a la gente a practicar la abstinencia. En cuanto a los pobres sostuvo que no debían contraer matrimonio ni procrear sin tener en cuenta el futuro.
 
Para ilustrar la primera contención planteó que el alimento más barato debía ser el pan, pues sacia el apetito sin aportar muchos nutrientes al organismo de los pobres. Y, además, “En vez de recomendarle limpieza a los pobres, hemos de aconsejarle lo contrario, haremos más estrechas las calles, meteremos más gente en las casas y trataremos de provocar la reaparición de alguna epidemia.”

Entonces según Malthus la miseria es una ley natural contra la que no es posible luchar. Si no bastan los cataclismos naturales, el Estado debe contener el crecimiento poblacional con las guerras, y despreocupándose por la salud pública y de cualquier norma de protección humana.
 
En cuanto a las contenciones asociadas a la natalidad Malthus no concebía otro control diferente a la abstinencia sexual. Se declaró adversario de la prostitución y el uso de anticonceptivos en el matrimonio, que veía como prácticas viciosas. Y para disminuir los nacimientos aconsejó por sobre todo la soltería. Sostuvo que la presión ejercida por la miseria lleva al retardo del matrimonio. Lo cual reduce un tanto la tasa de crecimiento de natalidad mas alienta el vicio, pues las pasiones sexuales no se aplacan con el retardo de los matrimonios. Solamente se evitaría el hambre si la población adoptara restricciones como casarse más tarde y tener menos hijos.
 
Estos planteamientos de Malthus explican por qué se opuso a las llamadas “Leyes de Pobreza”, es decir, por qué fue enemigo de la beneficencia pública.
 
Según Malthus el Estado no debía ayudar a los pobres, pues la caridad privada o pública no remediaba la falta de previsión  permanente de la miseria de los desposeídos. Y además porque estos últimos o sus padres eran los causantes de su propia pobreza. Entonces la caridad en vez de remediar la pobreza sería un incentivo para agravarla. Tampoco la remediarían los subsidios estatales: “Si los alimentos no alcanzan para todos, un subsidio a los pobres no puede aumentar su volumen, ya que lo único que puede traer consigo es el aumento de la cantidad de pobres, pero en ningún caso más riquezas.”

Pero, para contradecir a Malthus, el hambre no es un problema de superpoblación, es un problema político y geográfico generado por tres factores: mala distribución de recursos, cambios climáticos e incompetencia política.
 
En 1800 escribió Investigación sobre la causa de los actuales precios altos de las provisiones en que desarrolló las tesis de su primer Ensayo. En este nuevo escrito explica por qué los precios de las subsistencias aumentaron “más de lo que podía atribuirse a cierta escasez en la cosecha”. Según Keynes, quien muchos años más tarde se referiría a este hecho, Malthus “No invocó como Ricardo, la cantidad de dinero.  Encontró la causa en el aumento de los ingresos de la clase trabajadora como consecuencia del aumento de los subsidios parroquiales en relación con el costo de vida”. 
 
O sea, para Malthus los precios suben por exceso de demanda antes que por exceso de dinero. La cantidad de dinero, entonces, no es la variable independiente que determinaría el nivel de precios. Las variaciones en la cantidad de dinero estarían más bien en función de las variaciones en los precios. Así, los altos precios de las subsistencias son los que estimulan el aumento de la cantidad del papel circulante (dinero), en el lenguaje de la época. 
 
En este sentido una disminución de la cantidad de papel circulante no resuelve nada.  Más bien puede trabar la circulación y producción de mercancías, lo que a su vez incide sobre los precios. Se trataría más bien de disminuir la demanda efectiva -léase eliminar los subsidios a los pobres- para así decrecer la presión sobre los precios. 
 
Este apartado resulta original no sólo por los debates ideológicos y políticos que indudablemente causa, sino porque anticipa la idea de la demanda efectiva que un siglo más tarde desarrolló Keynes al  demoler la Ley de Say (toda oferta crea su demanda),  Ley que David Ricardo había acogido con entusiasmo. Malthus recusa así la teoría cuantitativa del dinero, que aún hoy, y a pesar de la revolución Keynesiana, sigue dominando el pensamiento económico.
 

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