La Nación
COLUMNISTAS

El circo de la justicia

Hace algo más de un año el exfiscal general Eduardo Montealegre y el exministro de justicia Yesid Reyes radicaron en el Congreso un proyecto que buscaba dar certezas frente a la detención preventiva. El proyecto, que se convirtió luego en ley de la República, buscaba dar términos concretos a las medidas de aseguramiento preventivo de tal suerte que los presos que no estuvieran condenados afrontaran en libertad sus juicios y, de paso, que se promoviera la celeridad de fiscales y jueces para tomar decisiones oportunas y no inundar las cárceles de personas que permanezcan allí indefinidamente sin esclarecer su situación.

Con buenas intenciones se tramitó esa ley pero hizo falta cálculo y liderazgo para que se cumpliera. Hoy, un año después, el Congreso debe legislar a las carreras contra sí mismo. Aprobar otra ley para derogar la anterior y ampliar los plazos a ver si los fiscales y jueces se ponen las pilas y definen la situación jurídica de los que hoy podría salir libre por los tiempos de los que hablaba la anterior ley. ¡Todo un galimatías!

Lo cierto es que, quizás de buena fe pero con una ingenuidad que no parecía propia de expertos como Montealegre y Reyes, nos embarcaron en una ley irrealizable en la práctica y ratificaron, legisladores y orientadores de la política criminal en Colombia, que aquí todo lo que tiene que ver con la justicia termina convertido en circo.

Simultáneamente, la figura de la casa por cárcel parece una burla y no un derecho. Mientras a Miguel Nule lo envían a su residencia porque está muy gordo y deprimido, otros 2 mil presos en condiciones verdaderamente graves de salud siguen tras barrotes cumpliendo sus condenas. ¡O todos en la cama o todos en el suelo!

Mientras ello ocurre, el país se concentra – la mitad con esperanza y la mitad con dudas- en el proceso de paz, creyendo que allí está el centro de los males que aquejan a esta pobre nación, pero ninguno mira hacia la justicia y sus problemas porque para todos nuestros políticos e incluso para los altos magistrados ese resulta siendo un asunto menor.

Los paros de los trabajadores judiciales no han resuelto nada y las oportunidades para tramitar una verdadera reforma han resultado malgastadas en temas que no atacan el fondo de nuestros males o en leyes como la mencionada aquí que terminan siendo derogadas por otras en medio de un completo circo de improvisación.