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El comentario de Elías – Jorge Guebely

Quisiera escribir una columna sobre ciencia ficción, preguntarme por el futuro de los pobres; su suerte en una sociedad futurista, capitalista y robotizada. Ciencia ficción Quisiera escribir una columna sobre ciencia ficción, preguntarme por el futuro de los pobres; su suerte en una sociedad futurista, capitalista y robotizada. Más que hoy, no tendrán importancia por carecer de capital, por no cumplir con el mandamiento principal de tener para ser. Nadie les perdonará el error de no haber acumulado bienes para merecer respeto, para tener derecho a la existencia honorable. Nadie tendrá compasión por ellos, la compasión está excluida en una sociedad donde trepar es obligatorio y obtener dinero pisoteando a los otros es una orden moral. Ni mucho menos tendrán solidaridad de los capitalistas, éstos son máquinas humanas para acumular riqueza. A ellos los transporta la voracidad del poseer, su humanismo tiene sentido si escuchan el tintineo de las monedas, si se divierten haciendo inversiones en las bolsas Cuentan los capitalistas con un poderoso aliado: la política; actividad administrativa moldeada para sus intereses. Han hecho de los políticos fichas eficaces, los funcionarios mejor remunerados, los capataces de la finca, los que les rebajan impuestos, y les hacen contratos leoninos, y les entregan legalmente las riquezas de un país. ¡Nunca la imagen de Judas fue tan viva! Tienen otro aliado más aterrador: la tecnología inteligente; la fabricación de robots para hacer mejor el trabajo de los pobres. Los que reemplazan a obreros en el ensamblaje de carros, los cajeros automáticos que aligeran la carga laboral en los bancos. Entran por decenas en empresas importantes del mundo: General Motor y Sony. Incursionan en todas las disciplinas sociales: la milicia, la medicina, la aviación, la educación y hasta en el hogar. Producen enormes beneficios a sus propietarios, trabajan con mayor eficacia y a más bajo costo. No están tentados por ninguna clase de huelga y la producción es más abundante. Jeremy Rifkin muestra en su libro ‘El fin del trabajo’ el ascenso del desempleo mundial por razones tecnológicas, la productividad es más abundante con menos obreros, ejemplifica con la producción de acero en Estados Unidos, la que ascendió de 75 mil toneladas a 102 mil y los trabajadores se redujeron de 289.000 a 75.000. Inquietantes cifras. En el futuro, un pobre no sirve para nada. No sirve para trabajar, lo reemplaza un robot; tampoco para el mercado, no tiene dinero para consumir. ¿Para qué sirve entonces? La respuesta parece evidente, especialmente si la voracidad capitalista continúa, si los políticos siguen administrando para el capital y no para el ser humano, y si la ciudadanía no asume el devenir de su propio destino. lunpapel@gmail.com