La Nación
El comportamiento pendular de la política en EE. UU. y en Colombia 1 22 agosto, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El comportamiento pendular de la política en EE. UU. y en Colombia

Ideológicamente el mundo político y los gobiernos vienen confrontándose entre derechas e izquierdas. Vaticinio desde el primer texto de filosofía política: monarquías que en demasía pueden volverse oligarquías, aristocracias extremas que exacerbadas se pueden tornar en plutocracias, democracias desmedidas a las que se les teme su forma extrema de anarquías.

El miedo a la anarquía es lo que más caracteriza a los partidos republicanos, conservadores y de derecha.  La derecha ama la gendarmería, el orden, la disciplina y la cero tolerancia frente al delito y la protesta. Se caracterizan por su rechazo al pluralismo axiológico y cultural; gustan más de las ideologías globalizadoras que de la pluralidad y la oportunidad de las minorías que propugnan las minorías.

Todo ello lo podemos ver en nuestras propias latitudes. Las derechas aman los estados militarizados de competencia, justifican el uso de las armas para la defensa de cada ciudadano, adoran las reglas del capitalismo egoísta, defienden la conservación del statu quo, los valores tradicionales, son inconmensurablemente más nacionalistas, gustan más de las monarquías, del centralismo, del autoritarismo de ser necesario.

Eso sí, las facciones de derechas convergen con la izquierda en gustos similares: todos tienen la tentación de ponerse por encima de la constitución, se inclinan al establecimiento de las dictaduras, tienden a engañar los principios democráticos y a tratar de fundar regímenes de ave fénix: juntos utilizan la propaganda y mantienen la tentación de violentar los derechos individuales en nombre de su oprobioso dogmatismo.

El péndulo de Foucault vuelve a irrumpir en los Estados Unidos, y pareciera que en Colombia también. Los sistemas políticos a menudo experimentan movimientos entre ideologías opuestas, como de izquierda a derecha o de conservadurismo a liberalismo. Esta oscilación puede ser vista como un péndulo que se mueve de un extremo al otro a medida que cambian las circunstancias sociales, económicas y culturales. En muchas democracias, el poder pendular se da entre diferentes partidos políticos a lo largo del tiempo.

Un partido puede estar en el poder durante varios años, implementando sus políticas y, eventualmente, ser reemplazado por un partido opositor que introduce un conjunto diferente de políticas. Todo en medio de la inmadurez política de electores y ciudadanos que fluctúan indiferentemente de acuerdo con el efecto de la propaganda.

Lo de Trump el sábado pasado puede constituirse en su lanzamiento oficial de campaña, como lo constituyó el relanzamiento republicano el once de septiembre de 2001, como la reconstitución de la derecha española con el atentado de la estación de atocha, como lo constituyó en Colombia cada atentado o autoatentado en todo caso reprochados a las guerrillas beligerantes. El atentado contra Trump se vuelve en ese contexto político una justificación o llamado a la lucha y a la guerra, a nacionalismo exacerbados.

Ya ni porque resucite Washington o Jefferson o Abraham Lincoln detendrán que el líder antiinmigrantes y gendarme llegue al poder. Así funciona el péndulo de Foucault en política. Ojalá en la política colombiana no dirigiéramos la mirada en quien ha venido hablando de posibles atentados contra ella con toda su derecha exorbitante. Ojalá, sin embargo, no se hablara de reelección en Colombia; o representación extrema de izquierdas de pura cepa. Ojalá el Biden angustiado y enfermo y el partido demócrata pusieran más atención en un centro moderado para escapar a la tragedia pendular que se ve dilatar trágicamente en el tiempo.