Hace 60 años, un grupo de ‘visionarios’ huilenses entendió la necesidad de construir un distrito de riego para ampliar la frontera agrícola del occidente del Huila. Fue el inicio del proyecto Tesalia-Paicol, que se consideró porque representaba la oportunidad de desarrollo regional, por varias razones: la geografía del terreno, la cantidad de tierra plana y fértil, por la viabilidad de sacar agua del río Negro de Narváez, la opción de aplicar proyectos productivos y dinamizar la economía agrícola.
Hoy, seis décadas después, la obra que inició en 2010, hace seis años, sigue siendo una ilusión: el avance total es del 72%; no están garantizados los recursos para concluirla; está en riesgo de terminar convertida en un nuevo ‘elefante blanco’ y en el distrito más caro del mundo por los sobrecostos en la financiación.
Para la ejecución del proyecto que beneficiaría a Tesalia y Paicol e indirectamente a Nátaga, La Plata, La Argentina y algunos municipios vecinos del Cauca se adjudicó el contrato de obra 695 de 2009 por $78.652 millones. Sin embargo, el valor total subió a $95.000 millones, pues el excedente con respecto al presupuesto oficial se destinó a cubrir los costos de interventoría, servicios complementarios, gestión predial, inversiones ambientales forzosas y reajuste por vigencias.
Los estudios y diseños fueron contratados con anterioridad separadamente y el valor de los terrenos sí fueron contemplados.
La financiación se pactó entre la Nación y el Departamento del Huila, que puso $40.000 millones, en el gobierno de Luis Jorge Pajarito Sánchez, por autorización de la Asamblea Departamental mediante Ordenanza.
Millonaria frustración
El proyecto consiste en construir un distrito a mediana escala para irrigar con agua 3.800 hectáreas, aproximadamente, que atenderían a 250 familias vecinas en programas productivos. Sería construido en una sola fase, con plazo de ejecución de 24 meses, que comenzó el primero de enero de 2010 y terminaría en diciembre de 2011, es decir, dos años.
“Permitirá incrementar los resultados de la actividad agropecuaria del Huila en por lo menos 30.000 millones de pesos al año, con lo que la obra se pagará en 4 años de operación, trayendo riqueza y desarrollo a las localidades y comunidades donde se construirá”, dijo emocionado el entonces mandatario Sánchez García, el 29 de noviembre de 2009, día de la adjudicación al Consorcio Interriego, integrado por Mondragón Soluciones S.L-Sucursal Colombia y H& H Arquitectura S.A.
Lastimosamente, hoy el escenario es casi desolador, según información oficial recogida por LA NACIÓN. A la fecha han sido invertidos $158.209 millones, es decir, 49.557 millones más del costo estimado. Sin contar que cursa en el Tribunal Administrativo del Huila una demanda por $46.587 millones contra el contratista inicial por recursos que no ejecutó.
Y faltan $14.555 millones, que podrían ser mucho más, para inversiones ambientales y la adecuación intrapredial (ver recuadro); y un monto sin establecer para terminar la obra que pasó a responsabilidad de la Agencia de Desarrollo Rural, en cabeza del huilense Carlos Eduardo Géchem, tras la liquidación del Instituto Colombiano de Desarrollo Rural, Incoder (ver recuadro).
Con semejantes sobrecostos y lo antes dicho, a la fecha no es fácil establecer cuánto costará finalmente cada hectárea irrigada, que se calculó en $23 millones. Pero si, en general, se suma lo invertido $158.000 millones; los $14.555 millones, que serían más, de adecuación; $49.550 que no ejecutó el Consorcio, la cifra sería de $222.105 millones, ojo, sin contar la plata para terminar la obra. Significa que cada hectárea costaría $58.448 millones.
Sin embargo, hay quienes hacen cuentas más optimistas y calculan que saldría a menor precio porque existe la confianza que la empresa demandada regrese los recursos, que en realidad no han sido ejecutados al día de hoy. De esta manera se reduciría el valor a $39 mil millones (ver recuadro).
Pero más allá del valor final, de asignar millonarios recursos a un proyecto que ofrece una baja rentabilidad relativa, como se demostrará más adelante, es necesario precisar que la no materialización significa en la práctica enormes pérdidas para la zona, los municipios, el Departamento, la Nación y, en general, para la sociedad en su conjunto.
Nudo y desarrollo
¿Qué pasó entonces con en el avance y desarrollo de la obra? “No arrancó con el impulso requerido. Se otorgó el anticipo pero el interventor y el contratista, el Incoder, no hicieron el seguimiento objetivo al proyecto. En los diseños se hallaron muchos errores y vacíos y así llegó diciembre de 2012 sin que el avance alcanzará el 30 por ciento del total presupuestado”, resumió el exalcalde de Tesalia, Álvaro Pérez, uno de quienes más conoce de la iniciativa por el rastreo permanente realizado.
Y a continuación explicó que por falta de responsabilidad del contratista nunca se cumplieron los tiempos y plazos de entrega. La interventoría tampoco funcionó.
“Cuando llegamos a gobernar, en el cuatrienio 2012-2016, con el alcalde de Paicol y el acompañamiento de la gobernadora Cielo González se cumplieron 12 reuniones, una mensual para hacer seguimiento a los trabajos. El Consorcio asumió compromisos que nunca cumplió. Hubo reuniones con la bancada de congresistas, con la dirección del Incoder, pero no fue posible que cumpliera”.
En Tesalia hubo una audiencia pública, con participación de todas las partes, de los órganos de control, pero tampoco hubo frutos, el contratista se había quedado sin liquidez financiera. En los municipios debía a toda la gente, por eso ya nadie quería trabajarles.
“La obra quedó desfinanciada porque el contratista se quedó con la plata, se le dio un avance del 70 por ciento y la ejecución de obra no llegó al 40 por ciento”. La interventoría y el Incoder fueron en su momento muy condescendientes pues prefirieron no liquidar el contrato oportunamente cuando empezó a incumplir el contratista, tal vez previendo ‘un mal arreglo a un buen pleito’.
Para colmo de males, en la empresa contratista tenía participación la tristemente célebre familia Nule, que para la época se declaró en quiebra y entró en líos con la justicia nacional. Y la otra firma, Mondragón Construcciones, participación española, fue liquidada.
En busca de resarcir el daño, recuperar la plata del primer contratista, cursa una demanda entablada por el huilense Rey Ariel Borbón, cuando era director del Incoder, valorada en $46.587 millones. (Consorcio Interriego, Mondragón Soluciones, H&H Arquitectura, Inar Asociados S. A. Radicado No. 2016-178 4100123330002016-00178-00, magistrado Ramiro Aponte Pino)
Nuevos desembolsos y más problemas
Con esos problemas y antecedentes y en busca de dar una solución se firmó un nuevo contrato de obra, 939 de 2014, por $81.553, más $7.204 millones de interventoría, pero se han presentado muchos inconvenientes que han afectado significativamente el plazo contractual “en aproximadamente 8,5 meses de trabajo”, según el Incoder en liquidación.
En algunos sectores, las obras, cuyo plazo de ejecución vence el 31 de diciembre de 2016, no han comenzado. Veamos en resumen:
Todos los permisos y autorizaciones expedidas por parte de las corporaciones ambientales del Cauca y Huila debieron ser modificados y requirieron una gestión adicional para separar los incumplimientos presentados por el anterior contratista con el fin de continuar las obras.
Los permisos y autorizaciones arqueológicas expedidas por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia debieron modificarse en desarrollo del proyecto en atención a los nuevos hallazgos en la zona y a algunos posibles incumplimientos que presentó el arqueólogo vinculado por el anterior contratista de obra.
“La dinámica predial relacionada con la atomización de predios ha afectado el proceso de adquisición de servidumbres para la construcción de las obras. Con la aprobación del nuevo EOT del municipio de Tesalia, muchos de los predios del sector de irrigación T2 han cambiado el uso del suelo, por eso ha sido necesario avaluar predios de carácter urbano. Y varios predios incluidos inicialmente en el proyecto no se podrán contemplar como beneficiarios por el nuevo uso de suelo establecido como expansión urbana”.
Para la expedición del permiso de cruce de vía en el sector Puente Nolasco fue necesario cambiar el trazado del paso elevado del viaducto del Río Negro de Narváez, sin embargo, debido al bloqueo de la comunidad indígena esta obra no ha podido iniciar.
Para rematar, “los diseños aportados por la Gobernación del Huila para la construcción del distrito de riego presentan inconsistencias, las cuales ha sido necesario ajustar para garantizar la funcionalidad y reducir significativamente las afectaciones a los predios donde se construyen las obras”.
También se han encontrado aspectos relacionados con el cambio de las condiciones de los terrenos, sobre todo en la conducción principal por algunos derrumbes.
Futuro incierto
La realidad hoy es que el avance total del proyecto es de 72 por ciento, es decir, no se han cumplido ni siquiera las 3/4 partes, además, con un futuro incierto por delante.
Lo grave es que de las 250 familias censadas, que resultarían favorecidas, muchas vendieron las parcelas debido a la crisis económica desatada durante la construcción, lo que ha significado y costado que las tierras se hayan ido acumulando en unas pocas manos, de terratenientes, poniendo en entredicho el impacto social previsto, en una región donde ya no hay petroleras ni Quimbo, sino desconfianza y un sueño casi frustrado.
Costo adecuaciones
1- Las inversiones ambientales por valor de $1.543 millones no están incluidas en los contratos y consiste en la compra de predios en áreas estratégicas para la conservación de la cuenca, esto es equivalente al 1% del costo directo de las obras. El valor real a invertir solo se tendrá con la entrada en operación del distrito y/o liquidación de los contratos.
2- Aunque se tiene establecido dentro del alcance del objeto contractual los diseños y construcción de la adecuación intrapredial, se ha considerado como un ítem aparte, puesto que dependiendo de la disponibilidad de recursos puede ser considerada en otra fase del proyecto. Sin embargo se estima que la adecuación intrapredial tiene un costo de $13.100 millones.
En 2014, se hizo un nuevo contrato por $81.553 millones, más $7.204 millones de interventoría, pero en algunos sitios no han iniciados las obras.
Lo grave es que de las 250 familias censadas, que resultarían favorecidas, muchas vendieron las parcelas debido a la crisis económica desatada durante la construcción.
El nuevo contratista encontró que los diseños aportados por la Gobernación del Huila para la construcción del distrito de riego presentan inconsistencias que ha sido necesario ajustar.
Con la liquidación del Incoder, el distrito pasa a ser responsabilidad de la Agencia Nacional de Infraestructura en cabeza de Carlos Eduardo Géchem, quien se ha comprometido a terminarlo.
Incierto costo real para terminar la obra
LA NACIÓN habló con Carlos Eduardo Géchem, director de la Agencia de Desarrollo Rural.
¿Cuál es el estado del proyecto de riego Tesalia-Paicol?
Actualmente está en ejecución. El plazo, de los contratos vigentes venceel 31 de diciembre de 2016. El avance del contrato actual es del 98,4% y el avancedel proyecto total es del 72%, para 3.823 hectáreas de riego por gravedad.
¿El proyecto ya lo recibió la Agencia?
Los contratos de obra e interventoría de 2014 fueron subrogados a la Agencia de Desarrollo Rural el día 25 de octubre de 2016.
¿Cuánto cuesta terminar el proyecto?
Una vez subrogados dichos contratos, la Agencia de Desarrollo Rural inició los procesos contractuales con la Sociedad Colombiana de Ingenieros, como órgano consultivo del Gobierno Nacional, con el fin de revisar el estado de ejecución del proyecto, la calidad de las obras, y será ésta entidad la que determine cuál es el costo real de la terminación.
¿Cuándo se estima terminar el proyecto?
En principio un plazo de diez meses adicionales, aproximadamente, las obras restantes, concentradas principalmente en la conducción principal que tiene una longitud de 12,8 kilómetros. Actualmente, en la explanación del sector denominado “El Infierno”, sólo restan 500 metros lineales y un volumen a remover de 65.000 m3.