No sorprende que Gustavo Petro y su círculo más cercano insistan, después de dos años, en culpar a sus antecesores por los problemas del país, incluso los que ellos mismos han causado. Esta práctica, que no es nueva, es utilizada para defenderse de las críticas o justificar su falta de gestión. Sin embargo, en el caso del actual gobierno, la cuestión es que: prometieron “el cambio”.
Lo inquietante no es que recurran al conocido “espejo retrovisor”, sino que, lo negaron en campaña de manera explícita. Petro afirmó en varias ocasiones que, de llegar a la presidencia, se dedicaría a “trabajar sin perder el tiempo mirando hacia atrás”. Su aliado más cercano, Gustavo Bolívar, hoy director DPS, escribió un contundente trino en junio de 2021: “Si se postulan para gobernar una ciudad, un departamento o un país sabiendo que están llenos de problemas, tanto que prometen soluciones de todo tipo para los mismos, dedíquense a ejecutar, no a culpar de todo al anterior mandatario. O no se postulen. No sean mediocres”. Aunque nuestras diferencias con Bolívar son profundas, en este punto estamos completamente de acuerdo.
No obstante, tanto la promesa de Petro como la advertencia de Bolívar fueron arrastradas por el viento. Un ejemplo, entre tantos, es el de los precios de combustibles. En campaña, Petro aseguró que no los aumentaría; sin embargo, una vez en el poder, las explicaciones para incumplir afloraron. Argumentó que el gobierno anterior había dejado un “hueco” en el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), según él, “el déficit (…) por falta de pago del gobierno anterior es de 15,9 billones…”. Mientras que su ministro de Hacienda habló de 37 billones de pesos.
Omitieron mencionar que, en el empalme y en el Marco Fiscal de Mediano Plazo, quedó registrado el pago de 14,2 billones de pesos del déficit antes de finalizar el gobierno anterior, y que los 28,5 billones faltantes estaban contemplados en el presupuesto, con otras fuentes de pago. Luego, al asumir Petro, no había déficit, pues la deuda se genera progresivamente, conforme se amplía el diferencial de precios. Curiosamente, el nuevo gobierno eliminó aquella partida del presupuesto.
Además, en el empalme, el gobierno saliente recomendó continuar con el incremento gradual y mesurado de los precios, como se había hecho en el cuatrienio anterior. No obstante, Petro, a sabiendas del impacto que tendría sobre el FEPC, de entrada, prometió a los transportadores congelar el precio del ACPM. Cuando se percataron del error, decidieron incrementar el de la gasolina de manera abrupta y acelerada, pero insistieron en que “no tocaremos el ACPM”.
Cuando finalmente optaron por incrementar el precio del ACPM, a pesar de sus promesas, se desató el paro de transportadores, con toda justificación. El problema no radica en el aumento en sí mismo, que es necesario, sino en haber prometido que no lo harían. Ante el conflicto que generaron, recurrieron nuevamente al “espejo retrovisor” y culpar a sus predecesores, contradiciendo su compromiso de no mirar hacia atrás. Queda una pregunta: ¿qué hicieron con el dinero del incremento del precio de la gasolina?