Tristemente, amaneció el Huila ayer con un nuevo caso de feminicidio, el segundo en lo que va de 2024 en el departamento. La víctima era la ingeniera industrial Katerine Andrea Caviedes Montealegre, de 35 años de edad, quien fue sorprendida por su expareja sentimental al interior de un motel, ubicado en la vía entre Neiva y Palermo.
Los detalles sobre este hecho de sangre son escabrosos. El agresor siguió previamente a la ingeniera Katerine Andrea y decidió atacarla inmisericordemente cuando ella ingresaba al establecimiento Olimpus en compañía de otro hombre. Producto del ataque, la víctima recibió un impacto de bala en la cabeza.
En medio de la conmoción que un hecho de estos puede generar, la Policía fue alertada y tras hacer presencia en la escena, trasladó en una patrulla a la mujer a un centro asistencial, a donde llegó sin signos vitales. El atacante huyó con rumbo desconocido.
El reporte de la Policía es impactante: la ingeniera Katerine Andrea recibió un tiro en la región occipital derecha sin orificio de salida, herida que debido a la gravedad le causó el deceso.
¿Qué está ocurriendo? ¿Qué pasa por la cabeza de un hombre para atacar a bala así a una mujer? ¿Por qué la violencia desenfrenada sigue siendo el arma para zanjar diferencias o cobrar retaliaciones?
Expertos coinciden en que el feminicidio es una tragedia mundial de proporciones pandémicas. Y según la ONU, los asesinatos por razones de género constituyen una manifestación extrema y generalizada de las formas existentes de violencia machista.
Hoy más que nunca se requieren en el Huila y en el país normas y mejores prácticas para la investigación de los feminicidios con el fin de hacer frente a la impunidad, proporcionar justicia a las víctimas y sus familias, y contribuir a la prevención.