“El Gobierno Petro dejó abandonado al sector privado”

El exdirector del Dane y concejal de Bogotá, Juan Daniel Oviedo, hace un análisis del momento económico del país. En entrevista con LA NACIÓN, dice que la caída de la inversión por el efecto Petro ha sido peor que la de la crisis de los finales de los 90. Llama al Gobernador del Huila y a los alcaldes a activar las apuestas productivas para atacar la alta informalidad.

 

 

Jesús Antonio Rojas Serrano

editorgeneral@lanacion.com.co

 

El exdirector del Dane y concejal de Bogotá, Juan Daniel Oviedo, estuvo en Neiva. Recorrió las calles del centro de la ciudad, conversó con empresarios y visitó las instalaciones de LA NACIÓN, que por estos días están siendo remodeladas con motivo de los 30 años de fundación del periódico.

Aquí está el resultado de la entrevista con el experto en temas económicos.

 

 

¿Cuál es su lectura a lo que está pasando hoy en el país?

Antes de la pandemia, nosotros veníamos de una economía que apenas estaba sacando cabeza tras ese sacudón tan fuerte que generó la caída de los precios internacionales del petróleo. Y llega la pandemia, generando un choque muy importante sobre el sector comercio, manufacturero y el sector servicios. Con ese efecto que tuvo la pandemia sobre la economía de las ciudades, teníamos que reactivarnos a partir del consumo. Eso generó un crecimiento acelerado del consumo que trajo consigo presiones inflacionarias, llevando a que se subiera la tasa de interés; el Banco de la República lo hizo bien, a tiempo y fue supremamente riguroso. En ese momento, necesitábamos desalentar el consumo, pero necesitábamos pensar también cómo esa tasa de interés que iba a desalentar la inversión, iba a estar compensada por programas específicos del Gobierno Nacional o de los gobiernos locales en materia de apoyos sectoriales, impulsos a la productividad o a la transformación tecnológica de su sector productivo.

 

¿Y qué hizo el Gobierno de Gustavo Petro?

Lo que vimos fue un Gobierno que dijo: ‘a mí ese modelo no me parece. Yo no quiero meter plata a la economía a través de las concesiones de infraestructura porque eso es enriquecer a unos apellidos importantes del país’. Después de comer, el paso siguiente era que la gente pudiera recuperar su capacidad de comprar casa. Y el Gobierno dijo entonces: ‘yo no quiero dar apoyos para casas en las ciudades; quiero es irme a las zonas vulnerables’. La radiografía de todo eso es que por esa estigmatización o ideologización del modelo económico del país, vimos a un Gobierno que contrario a aportar, dejó abandonado al sector privado. Hay algo de desidia y eso hoy lo están cobrando caro las cifras, sobre todo, de inversión.

 

¿Qué dicen las cifras de inversión?

La caída de la inversión en Colombia por el efecto Petro ha sido peor que la de la crisis de los finales de los 90. Es decir, los niveles de inversión dentro del Producto Interno Bruto tanto pública como privada de Colombia en 2023 y 2024 son los más bajos que hemos visto desde los últimos 70 años que el Dane existe y mide las cuentas nacionales. Todo esto muestra una coyuntura económica tensa, con una incertidumbre política, y ha generado un desbarajuste muy fuerte, que tristemente sigue prevaleciendo con discusiones sobre si la cifra es buena o mala, pero nunca con acciones concretas como, por ejemplo, un plan de reactivación económica que está necesitando el país y las ciudades. Necesitamos liderazgos locales, agendas departamentales y agendas de ciudades capitales acerca de la generación de empleo o del estímulo al desarrollo empresarial. Estamos es cayendo en la tentación de la peleadera. Necesitamos entender que si no trabajamos articuladamente, no vamos a poder catapultar la economía a partir de las regiones.

Juan Daniel Oviedo en entrevista con el editor General de LA NACIÓN, Jesús Antonio Rojas Serrano.

¿Usted cree que el Gobierno Petro es consciente del declive de la economía y de las cifras en rojo de varios sectores?

Sí, pero no le importa porque el Presidente considera que esos son indicadores neoliberales. Lo que le interesa es cumplir su narrativa de que va a ser capaz de darle el triple de plata a muchísimos más adultos mayores en el país con su reforma pensional. Para él, es más importante el indicador de la esperanza que le puede generar a la gente en las zonas más apartadas del país. Este tipo de indicadores solo son utilizados para cuando pueden refrendar cosas positivas, entonces, veíamos al Presidente saliendo a trinar el año pasado: ‘cayó el desempleo’; pero desde octubre que empezó a subir, no habló más de desempleo. Creo yo que el Gobierno es consciente de este desbarajuste institucional, pero es su propósito. En la economía, hay unos actores claves: los hogares, las empresas, el sector financiero, el Gobierno y el sector externo. Este Gobierno lo que quiere es ponernos a pelear a los hogares con las empresas y con el sector financiero.

 

Como experto, ¿qué le dice la reacción que tuvo el presidente Petro de echarle la culpa a la tasa de interés por el pobre crecimiento que tuvo la economía colombiana durante el primer trimestre de este año?

Es parte de la narrativa progresista que tiene el Presidente y hay que respetarla; es su ideología y es su formación económica orientada al keynesianismo puro y duro, de que el Estado es el que resuelve todo, de que la inflación no es un fenómeno monetario. Lo que al Presidente se le olvida es que una tasa de interés alta le da unos beneficios al Gobierno Nacional con los rendimientos de sus títulos del Tesoro. Creo que era natural que él fuera a dar ese argumento desde el principio. Sin embargo, una de las cosas que más le da a uno esperanza en el país es la independencia del Banco de la República, así como de las altas Cortes, que han dado luces de que sí existe un sistema de pesos y contrapesos en la institucionalidad colombiana.

 

En medio de este clima de crisis que vive el país en materia de seguridad y económica, ¿qué cree que pueden hacer mandatarios como el de Neiva, German Casagua, y el del Huila, Rodrigo Villalba?

Esta es una pregunta clave. Hay que proyectar liderazgo, pero no ese liderazgo de que si no estoy de acuerdo con el Presidente, entonces, no trabajamos con el Gobierno Nacional. Hay que reconocer que por más de que Colombia quiera, la descentralización ha sido tímida en ese ejercicio. Por eso es que estamos promoviendo un referendo de autonomía fiscal y de fortalecimiento del sistema general de participaciones para que las regiones no solo tengan un liderazgo desde lo político sino que también puedan proyectar ese liderazgo con un presupuesto robusto que permita orientar políticas públicas. En este escenario lo que necesitamos es la conciencia de alcaldes y gobernadores de que las agendas productivas, que se encuentran invisibilizadas por este sesgo ideológico del Gobierno Nacional, tienen que madurar y dar efectos.

 

¿Qué sabe del Huila?

Aquí en el Huila, por ejemplo, necesitamos resolver un problema muy importante: el principal generador de riqueza es la burocracia pública en un departamento con una vocación agropecuaria y manufacturera tan relevante. Después de esa burocracia pública viene el comercio, pero no es el comercio necesariamente formal. La informalidad en Neiva es del 49,8% y en todo el departamento del Huila puede llegar al 70% o 75%. Eso significa que en el Huila, en promedio, tres de cuatro personas están trabajando en la informalidad, la cual, además, es precaria: mototaxismo, venta de bizcochos o de perros calientes o peluquería. El tema de la formalización empresarial y laboral, en donde la Cámara de Comercio del Huila debe jugar un rol muy importante, es complejo y requiere unas conversaciones. La informalidad tan marcada en el departamento requiere que el Gobernador, los alcaldes, la Cámara de Comercio y el sector educativo se sienten a definir cuáles son las tareas que se van a desplegar.

 

¿Qué tanto impacto pueden tener los ‘bombazos’, las extorsiones y el acecho de las disidencias de las Farc en el empleo de la región?

Muchísimo. En un país que estaba acostumbrado a que la economía andaba en un riel aparte que la seguridad, ahora tienen una relación muy peligrosa. La evidencia, que es un poco odiosa compararla, es Bogotá, en donde en marzo de 2024 hubo Semana Santa y Festival Estéreo Picnic. Naturalmente, la Semana Mayor siempre ha sido un pico de ocupación hotelera para la capital del país. Y la ocupación hotelera fue 8,8 puntos inferior a la de marzo de 2023, en donde por calendario no hubo Semana Santa ni Festival. Ese bajón en la ocupación hotelera está confirmando que esa percepción de inseguridad que se vio a comienzos de año, con los atracos en el Parque de la 93 y los restaurantes más exclusivos, generó un detrimento para el sector turístico. La tensión de seguridad no solo está en Neiva sino también en los municipios del Huila que han desarrollado una vocación turística y que se pueden afectar ahora a mitad de año con las fiestas del San Pedro.

 

Por último, usted ya empezó a sonar como aspirante presidencial, ¿qué le producen las elecciones de 2026?

Yo llegué al escenario de la política con una vocación clara de gobernar. Por eso, aspiré a la Alcaldía de Bogotá. Como reconocimiento a la votación, aceptamos un cargo para el que no aspiré. No fui elegido, fui designado concejal. He llegado al Concejo con una oportunidad de conocer de primera mano la intimidad del funcionamiento de la ciudad de Bogotá y, por consiguiente, es natural volver a aspirar a la Alcaldía en 2027. Sin embargo, en el escenario político que está trazando el presidente Gustavo Petro, muchas personas, incluso en Neiva, me han dicho: ‘usted va para Presidente’. Tanto es así que sin expresar esa voluntad, ya aparecimos dentro del primer listado de posibles candidatos presidenciales. Nosotros estamos con los pies puestos en la tierra de hacer la tarea que nos pusieron. En el caso de 2026, mi posición es: si soy útil para que mi participación una y no una más que divida, estamos listos. Mi vocación de gobernar es honesta y es sincera.

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