De cuando en tanto nos asombramos y exclamamos nuestro repudio por uno y otro acto salvaje dentro del largo conflicto interno colombiano, sin que podamos en momento alguno determinar qué puede considerarse como lo más criminal o salvaje o dantesco. Y así vamos, y ahora nos presentan otra de esas cifras – que no son solo cifras sino hechos reales protagonizados por seres de carne y hueso humanos – en este caso los más indefensos, inermes y pequeños de todos, los niños, y nos dice la Fiscalía que las Farc han reclutado a unos 13.000 menores de edad desde su fundación hace 49 años, y que prepara imputaciones contra los jefes de la guerrilla por ese delito. Este horrendo dato se anexa a que entre mediados de la década de los noventa y el año 2005, los grupos paramilitares reclutaron 2.824 menores de 18 años que fueron sometidos a todo tipo de tratos crueles y fueron obligados a cometer una cantidad incalculable de delitos, según la misma Fiscalía.
En el caso de las Farc, los números corresponden a alistamientos forzados realizados desde 1964, los cuales involucraron a niños de incluso ocho años de edad que eran asignados a tareas de patrullaje y apoyo urbano. Y aunque todos los actores armados han reclutado por la fuerza a miles de niños arrancándolos de sus hogares o de las mismas escuelas, son las Farc las que llevan la delantera en esta práctica que cercena de plano y entrada la vida normal de cualquier ser humano. Ahí está por ejemplo el caso de alias “Mono Jojoy” que nació en medio de la refriega subversiva, creció al lado de fusiles y granadas y murió, cómo no, en esa ley de la selva.
Y claro que la Nación en su conjunto debe exigir castigo ejemplar frente a este delito continuado y aún en ejecución. Sin embargo, las mismas condiciones altamente irregulares del conflicto armado interno hacen prácticamente imposible que un grueso número de estos casos sean indagados, procesados y se castigue a los culpables; harán parte, como ya lo han sido, de la ignominia de la impunidad nacional que ha campeado desde comienzos de la llamada Violencia en los años cincuenta.
Y casi todo el territorio nacional ha sido escenario de ello. La práctica de tomar menores para ponerles un fusil, en lugar de un cuaderno, un lápiz o un juguete, se ha extendido a 31 de los 32 departamentos del país, y la Fiscalía adelanta 5.075 investigaciones, de las cuales en 1.364 tiene listas imputaciones de cargos. Otra cosa será llevar a los responsables ante los jueces: muchos están muertos, no son plenamente identificables, gozan de otra identidad o terminarán beneficiándose de los indultos o rebajas usuales en los distintos procesos de paz. Millones de pequeños colombianos perdieron no solo la infancia sino la vida misma por los intereses violentos de los adultos. Un país así no tiene futuro.
“Las Farc han reclutado a unos 13.000 menores de edad desde su fundación hace 49 años…”
Editorialito
Murió Álvaro Mutis, un ilustrado cantor que llenó el país de poesía y le dio vida. Su voz, como su chispa se apagó. Como lo dijo su hijo, la vida no le quedó debiendo nada: él vivió con ganas y vivió con gusto, creyendo desde lo lejos que el país nace en la provincia. Un admirable tributo a quien encontró en la poesía la musa de sus sueños.