PARÏS (AFP) – Exigencia de igualdad contra respeto de una “ley natural”: pese a las fuertes oposiciones que se manifiestan a menudo, el matrimonio homosexual avanza en el mundo occidental, ha sido legalizado en una docena de países y lo será pronto seguramente en otros, como Francia, Gran Bretaña y Uruguay. PARÏS (AFP) – Exigencia de igualdad contra respeto de una “ley natural”: pese a las fuertes oposiciones que se manifiestan a menudo, el matrimonio homosexual avanza en el mundo occidental, ha sido legalizado en una docena de países y lo será pronto seguramente en otros, como Francia, Gran Bretaña y Uruguay. Lejos de ser un fenómeno de moda, esta evolución, a la que se oponen las autoridades religiosas y los medios conservadores, se inscribe en “una larga historia” de las sociedades democráticas, según la socióloga francesa Irène Théry. Una evolución que transforma poco a poco el sentido del matrimonio, el cual pasa a ser una manera entre otras de vivir en pareja y de formar una familia, mientras emerge paralelamente la exigencia de “considerar a los homosexuales como personas iguales a las otras”, agregó la socióloga en una reciente audición en una comisión parlamentaria francesa. Siete años después de adoptarse la ley, “la normalidad del matrimonio homosexual se ha impuesto” en España, señalaba a principios de diciembre, en un artículo publicado por el diario francés Le Monde, el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, bajo cuyo gobierno se aprobó la reforma. El miércoles, los diputados uruguayos aprobaron por amplia mayoría un proyecto de ley presentado por la izquierda en el poder. Si el texto es adoptado por el Senado, Uruguay se convertirá en el segundo país de América Latina, después de Argentina, que celebra bodas homosexuales, autorizadas también en el estado mexicano de México. Canadá legalizó el matrimonio homosexual en 2005. En Estados Unidos, todas las encuestas señalan una liberalización de la opinión, pese a la tajante opsoción de las iglesias cristianas y las asociaciones familiares. El presidente demócrata Barack Obama se declaró favorable al matrimonio homosexual, reconocido hoy por nueve de los 50 estados norteamericanos. En Europa, donde países tan distintos como Bélgica, Suecia o Portugal lo han aprobado ya, el conservador gobierno británico oficializó el martes una “evolución histórica” al pronunciarse por el derecho de los homosexuales al matrimonio civil. El 29 de enero, será el Parlamento francés, con mayoría de izquierda, quien inicie el examen de un proyecto de ley sobre “el matrimonio para todos”, al que también se opone la jerarquía religosa y la oposición conservadora. La cuestión de los hijos Ventitrés años después de su primer reconocimiento por parte de Dinamarca, las uniones civiles de homosexuales se han incorporado a las costumbres en todos los países en las que existen. En Alemania, aunque la Unión Cristiano-Demócrata (CDU) de Angela Merkel excluyó la equiparación de los derechos fiscales de las parejas homosexuales con los de las heterosexuales en un reciente y apasionado debate en el congreso del partido, la controversia concierne ahora esencialmente la cuestión de la filiación. El Parlamento suizo autorizó el jueves la adopción en las parejas homosexuales de los hijos de uno de los cónyuges por el otro, un avance considerado tímido para los que reclaman el derecho pleno de adopción y el de tener acceso a la procreación asistida médicamente. El acceso al matrimonio abre esa posibilidad. Es precisamente eso lo que rechazan los opositores al matrimonio homosexual, entre los cuales las autoridades católicas, judías y musulmanas. Expresando la posición de El Vaticano, el cardenal francés André Vingt-Trois, presidente de la conferencia episcopal francesa y arzobispo de París, afirmó que defendía una visión “humanista” y “antropológica” de la familia necesariamente fundada en la unión de un padre y una madre. “El argumento antropológico permite a la Iglesia no hablar de Dios, pero la antropología no dice de ningún modo que la familia sea un dato intangible”, responde el sociólogo Eric Fassin, que considera el reconocimiento del matrimonio homosexual como “la extensión de la lógica democrática a las cuestiones sexuales”. El tema divide también a la comunidad psicoanalítica. Una parte de los analistas sostiene que “el medio parental homosexual no es ni más ni menos patógeno que cualquier otro”. Otros dicen su preocupación por las consecuencias para la sociedidad de “la negación de la diferencia entre un hombre y una mujer”. Estos últimos oponen asimismo a un “derecho al hijo”, reclamado por ciertas parejas homosexuales, el derecho del niño a tener un padre y una madre y a conocer sus orígenes. De hecho, el matrimonio homosexual hace estallar la ficción del “modelo pseudoprocreativo” de la adopción y de la procreación asistida médicamente en las que los padres se hacen pasar por los genitores del niño, porque “las parejas homosexuales no pueden evidentemente hacerse pasar por los genitores de sus hijos”, señala Théry.