El mejor regalo: “darles un buen almuerzo a mis hijos”

Orly Rivas es una mujer afrodescendiente en condición de desplazamiento, que en el Día de la Madre tiene que trabajar porque para ella el mejor regalo es prepararles un buen almuerzo a sus cinco hijos. Vive en zona de invasión del Bajo Tenerife en Neiva y desde allí lucha todos los días para sacar adelante a su prole. “El día de la madre debería ser todos los días”, sostiene.

 

Hernán Galindo

temadeldia@lanacion.com.co

 

Las mujeres afrodescendientes representan uno de los grupos en situación de mayor vulnerabilidad frente a la asistencia social en Colombia. Por ser víctimas de discriminación, en muchos casos, por falta de conocimiento, no se sienten sujetas de derechos y por lo mismo les cuesta exigir esos derechos.

 

La historia de Orly Rivas está ligada a todos los hechos que han labrado el difícil camino de las mujeres en condición de vulnerabilidad. Ser afrodescendiente, sumado a tener que ser víctima del desplazamiento interno, han marcado su vida.

 

A Orly la encontró LA NACIÓN en pleno centro de la ciudad de Neiva, en la carrera Novena con avenida La Toma, en donde todos los días improvisa su punto de trabajo para su sustento y el de sus cinco pequeños hijos.

 

“Nosotros somos del Chocó, del Pacífico colombiano, o mejor estamos mezclados chocoanos con opitas, tres de mis hijos son chocoanos y los otros dos huilenses”, sostiene al tiempo que comenta que se dedica a vender mentas y colombinas en el semáforo como medio de subsistencia.

 

Algo para destacar de Orly Rivas es su hablar pausado, no hay en ella rasgo alguno de resentimiento, por el contrario, se muestra agradecida, con Dios y con la vida. “Los tiempos de Dios, son perfectos y por algo, me tiene viviendo este momento”, reflexiona.

 

Esta madre luchadora de la vida, vive en la parte baja del Tenerife, a orillas del río Las Ceibas. “Vivimos en un ranchito abajo del batallón, que es y no es mío, los que me lo arrendaron se fueron y yo me quedé ahí. Cuando ellos estaban les pagaba 5.000 pesos diarios, pero como se fueron, no sé a quién pagarle y por eso digo que es y no mío”, dice.

Como desplazada llegó al Huila para refugiarse y tener

una nueva oportunidad de vida.

 

 

El día a día

“Yo me levanto, temprano a las 5 y 30 de la mañana, las tres hijas mayores, las tengo estudiando, entre semana, me levanto, las arreglo y las dejo en la escuela, me vengo a pie y me devuelvo a atender a los dos menores para luego venirme a vender los dulcecitos, mientras ellas salen de estudiar para irnos por ahí a las dos de la tarde a preparar y darles el almuerzo; cuando no he vendido nada me quedo hasta las tres o cuatro de la tarde”, relata.

 

Esa es la rutina diaria de Orly en compañía de sus cinco hijitos, con altas y bajas como que un día bueno hace 50.000 pesos y también los hay en que se va ‘blanqueada’ como se dice en el argot de la informalidad.

 

Una de las dificultades que ha tenido para buscar un trabajo estable es su condición de desplazada. “Uno hace la hoja de vida, pero no tiene quien lo recomiende, es algo obvio, porque yo vine en condición de desplazada aquí a refugiarme, de vez en cuando me llamaban a hacer aseo u oficios en casas, pero no volvió a darse”, agrega.

 

Los sueños

 

En sus años de niñez y adolescencia en su natal Quibdó, Orly soñaba con estudiar idiomas, siempre le han gustado los idiomas, en especial el inglés y el francés, pero no se pudo debido a las circunstancias de la vida, solo llegó hasta séptimo. “La carrera que más me gustaba era idiomas, ahora mi sueño es sacar adelante a mis cinco hijos, gracias a Dios los tengo estudiando y cada uno tiene sus talentos, por ejemplo, Celeste, es buena para el fútbol y así cada uno con lo suyo”, cuenta.

 

El día de la madre

 

Para Orly Rivas, este será un día normal, salir a trabajar a buscar lo de la papa y lo único distinto será llamar a su mamá que está muy enferma en Quibdó, aunque procura llamarla todos los días. “Para mí el Día de la Madre debería ser todos los días, porque si uno no tiene lo de la comida de sus hijos, así sea el día de la madre, le toca salir a rebuscársela, no puede dejar de trabajar, por eso digo que es todos los días”, añade.

Sobre el futuro, es optimista, porque tiene fe en Dios, “a futuro, me veo con muchos planes, los tiempos de Dios son perfectos y todo depende de él, soy creyente, voy a la iglesia, a misa y oro todos los días, pienso que en el tiempo de Dios todo será perfecto”, recalca.

En este día de celebración a las madres deja una reflexión para las mujeres que como ella luchan a diario por salir adelante: “No soy quién para juzgar a los demás, pero a las mujeres como yo les digo que sean unas guerreras, que se encomienden a Dios, porque he visto madres que dejan a sus hijos abandonados y en el caso mío me sucedió algo que no quisiera recordar, una señora se atrevió a decirme que en mi situación ella hubiera abortado, los hijos no se abortan porque son bendiciones”.

 

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