El viernes de esta semana el Consejo de Facultad elegirá la terna de la cual finalmente saldrá elegido el nuevo Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Surcolombiana. Según como están las cosas, y si nada extraño ocurre, la terna estará compuesta por los 3 candidatos que en principio, habrían sido los llamados a disputar dicho escaño: La Doctora Diana Marcela Ortiz, quien se ha venido desempeñando como la directora del Centro de Conciliación, además de ser catedrática por varios años en la especialidad de derecho comercial, tributario y mercantil; El Doctor Mario Cesar Tejada, quien se desempeñó hasta hace poco como Jefe de Programa de Derecho, además de ser catedrático en la especialidad de derecho administrativo; y el Doctor José Joaquín Cuervo Polanía, quien entre otros cargos administrativos y políticos en su basta carrera, ha venido ejerciendo por varios años ya, las cátedras de Filosofía del derecho y Lógica Jurídica.
Estos tres docentes habrían de ser los elegidos el día viernes, para que luego, el Consejo Superior Universitario designe quien será el nuevo Decano. Deben ser ellos, porque además, de los cinco candidatos postulados han sido los que desde un principio han mostrado un verdadero interés por asumir las riendas del programa, y porque haciendo honor a la justicia, desde cada una de sus especialidades, así como desde los cargos que han ejercido dentro de la facultad, se les ha visto verdadero empuje y compromiso. Y porque además, puede que uno de ellos logre generar la tan anhelada independencia del manoseo político externo que se le ha querido dar, no solo a la facultad, sino a la Universidad en general.
Pero el verdadero objetivo de este espacio no es el de promocionar alguna candidatura -ni más faltaba- , por el contrario, lo que busco en este escrito es el hacer un llamado a quienes deberían mostrar un verdadero interés por una circunstancia en particular.
Un problema latente que se ha venido gestando durante todos los años de funcionamiento de la Universidad Surcolombiana, es la manera en que son escogidos sus dirigentes. Por ejemplo, la elección de un decano, como es el de la facultad en mención, no se hace de manera abiertamente democrática; mucho menos convocando al estudiantado, principal fuente del ser de la Universidad. La elección se realiza de manera unipersonal, prácticamente a dedo. Bien desde el mismo Consejo de Facultad, hasta el Superior, quienes en una especie de cónclave laico, expelen el humo blanco eligiendo a quien ellos consideren más adecuado, donde median particulares intereses, muchas veces errando en su apreciación.
El cambio fundamental se debería gestar desde la participación directa de los tres ejes de cada carrera: Estudiantes, docentes y administrativos; donde fueran ellos los que deberían escoger a quien consideraran, fuera el más indicado para dirigir su propia facultad. Y aquel que se postulara, debería ser, entre otros aspectos, quien mejor cumpliera con los exigentes requisitos que debieran trazarse, y no como ocurre algunas veces, que suelen postularse por rellenar.
Como de llegar a presentarse el caso de que si alguno de los integrantes del CSU mencionara la posibilidad de acudir a una consulta estamentaria para que las opiniones de los estudiantes sea tenida en cuenta, acarrearía con posibles investigaciones disciplinarias, pues entonces a quienes les corresponde llevar la batuta es a los mismos estudiantes, quienes cuentan con todas las prerrogativas constitucionales, para que dentro de un movimiento organizado y pacífico, levanten su voz, y que desde el diálogo constructivo, puedan allegarles fundamentos suficientes a quienes finalmente son los que escogerán al próximo decano, y que no ocurra como hasta ahora, que simplemente se les siga imponiendo.