Acaba de ser elegido como Fiscal General de la Nación el jurista Eduardo Montealegre quien tiene un reto bastante grande, dado el inusitado protagonismo de la justicia en los últimos tiempos. Desafortunadamente, su permanencia en el cargo puede ser tan solo para terminar el periodo de su predecesora y no de cuatro años como sería lo ideal, toda vez que el parágrafo del artículo 125 de la Constitución establece que, “los periodos establecidos en la Constitución Política o en la ley para cargos de elección tienen el carácter de institucionales. Quienes sean designados o elegidos para ocupar tales cargos, en reemplazo por falta absoluta de su titular, lo hará por el resto del periodo para el cual este fue elegido” Llama la atención que su elección fue en tiempo record, con lo cual, la Corte Suprema se quitó el peso de la opinión pública que le significaba dejar esa institución acéfala por largo tiempo. No obstante, soy de los que creo, que hizo bien la Corte en no elegir el Fiscal de bolsillo que pretendió el gobierno anterior, dada la existencia de hechos que comprometían a ex funcionarios de ese gobierno. ¿O ustedes creen que hubiesen avanzado las investigaciones sobre las chuzadas y agro ingreso seguro con un fiscal falto de independencia? De Montealegre Lynett se dice que es uribista; no obstante, de su paso por la Corte Constitucional lo que queda claro es que es un aquilatado jurista, que evidenció en sus fallos un alto compromiso con la defensa del Estado Social de Derecho. En cuanto al señalamiento político propiamente dicho, en vez de beneficiar al ex presidente lo inhabilita en el futuro para catalogarlo como enemigo suyo, cada vez que tenga que tomar decisiones contra su sequito. Sin embargo, no sería de extrañar que una vez pise callos uribistas sea descalificado, tal como ha sucedido incluso con el Procurador Alejandro Ordoñez, después de las destituciones de Andrés Felipe Arias y Bernardo Moreno. En sus iniciales declaraciones, el nuevo Fiscal ha anunciado no aflojar sino fortalecer la lucha contra la corrupción. Y eso está bien por cuanto el país y los medios de comunicación estaremos atentos a que así suceda; pero su principal reto es y debe ser, luchar contra la impunidad que se convierte en el mejor estimulo a la criminalidad que azota la vida cotidiana de los colombianos. Tiene que fortalecer los cuerpos de policía judicial para oxigenar el sistema acusatorio y profundizar la carrera judicial en la Fiscalía con el objeto de reducir la injerencia política. Ya es hora de que en la Fiscalía se exhiban resultados y no solo estadísticas.
