La Nación
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El poder, Por Froilán Casas Ortiz

Pensar que el poder es propio de los grandes de este mundo, creo que es una posición parcial. Pensar que el poder es propio de los grandes de este mundo, creo que es una posición parcial. Parece que el anhelo de poder es insaciable en el ser humano. No ahora, toda la vida. El padre del sicoanálisis, el austriaco-checo Sigmund Freud, decía que el mayor impulso del hombre es la libido y sí que tenía  razón. Sin  embargo otro científico, casi paisano de Freud, el austriaco Alfred Adler, afirmó que el mayor impulso del hombre es el poder. Yo me quedo con Adler. La sed de poder en el hombre no tiene límites. El ansia de poder aparece hasta en los harapientos que desean tener más harapos que su congénere. Hay que observar las disputas en todos los grupos sociales por tener poder. Las lisonjas en ciertos ambientes no son otra cosa que búsqueda de poder. Los mediocres en el poder se rodean de bufones que celebran todas sus ridiculeces. La gente honesta e inteligente, se rodea de personas capaces y críticas, para hacer mejor su gobierno. No hay peor verdugo que aquél que ha sido esclavo. Aquellos que viven criticando el poder, cuando lo tienen son más tiranos que aquellos a quienes criticaban. Los resentidos sociales cuando llegan al poder, llegan con el hambre atrasada e insaciable de poder. Atropellan a todo el mundo y quieren demostrar el poder que tienen. Pobres subordinados en aquel ambiente despótico y autárquico. Los grandes tiranos que ha tenido el mundo tuvieron una niñez muy desprotegida. El monstruo de Hitler, por ejemplo, no pudo ingresar a la universidad y tuvo una infancia con muchas limitaciones. Cuando llegó al poder vino el desquite y hay que ver, ¡qué desquite! No hay que ir lejos de nuestra realidad. En el mundo de las empresas, aquél que vive criticando todo, dele poder  y verá qué garras tiene. La soberbia del poder obnubila la inteligencia. Por eso muchos líderes embriagados por el poder entran en el síndrome de la venganza y entonces, ¡pobres los que ayer fueron enemigos! Se observa en ciertos cargos del sector público o privado la altivez en el manejo del poder. Por el poder económico, el hombre engaña hasta a la progenitora. La avidez por el dinero rompe todos los esquemas y sentimientos. Se engaña hasta el ser más cercano. No sólo hay ansia del poder político. Hay ansia del poder social, académico e incluso religioso. La soberbia y la arrogancia tienen muchas máscaras. Cuántas personas muestran “sencillez” cuando están “abajo”; pero cuando están “arriba”, resultan insoportables. Ahí es cuando sacan las garras que las tenían bien camufladas como los felinos. No olvidemos que lo que se empieza con arrogancia, se puede terminar con vergüenza. ¿El poder es necesario? Claro que sí. Pero el poder según el esquema de nuestra Maestro, es para servir. “El que quiera ser el mayor, hágase servidor de los demás” nos dice el verdadero SEÑOR de la historia. El servicio hace a la persona atractiva y agradable. Cuando el grande de este mundo se abaja, es cuando es grande. Toque al que está ávido de poder y verá qué consecuencias tiene. *Obispo de Neiva