La Nación
COLUMNISTAS

El Rey Midas

En la mitología griega Midas era rey de Frigia e hijo de Gordias. Por su hospitalidad, Dionisio, el dios del vino, le dio el poder de transformarlo todo en oro con su varita mágica, -la segunda parte de la historieta me servirá de inspiración para otro artículo-. Se ha venido deformando la cultura de nuestro pueblo, con una mentalidad de  dependencia. He insistido en varias ocasiones que un pueblo con hambre no es libre y es víctima de los demagogos que manipulan la necesidad de vivir con calidad de vida. Ante un pueblo con hambre cualquier rey Midas es la carta de salvación. ¡Cómo se aprovecha la indefensión del otro! Un pueblo que no tiene satisfechas las necesidades básicas, es víctima de los mesianismos inescrupulosos que aparecen por doquier, de modo especial en la época electoral. Salgamos del Estado asistencialista al Estado promotor  del desarrollo integral de la persona humana. Un Estado que castre el desarrollo de la persona, se parece a los padres proteccionistas que nunca dejan crecer a sus hijos, no les enseñan a volar y entregan a la sociedad personas enclenques en su personalidad y exigentes hasta esperar todo por obligación. Nuestro país ha debido salir de la miseria  hace décadas. La mentalidad de esperar todo del gobierno de turno ha generado una sociedad de zánganos. La enseñanza del dinero fácil ha cundido en todos los estratos sociales. Hay que hacer dinero a cualquier precio: de esto no se escapa ningún clase social. Es más, se califica al honesto como tonto al no aprovechar las “oportunidades” de hacerse rico de manera rápida y fácil. ¿Por qué el Estado no estimula a quien trabaja? El libro Santo nos dice que quien no quiere trabajar que tampoco coma. Así que darle dinero al perezoso es alcahuetearle su holgazanería. Una cosa es no querer trabajar y otra no poder trabajar. Al primero se debe dejar que asuma su propia suerte; al segundo se le debe apoyar. Quien no hace producir los talentos y excavando un hoyo los entierra, es sacado a las tinieblas exteriores a vivir lo que ha sembrado. Gánese los espacios, dé resultados. No critique la oscuridad, encienda una vela. Quien siembra pereza, cosecha miseria. Capacitemos cada día más al pequeño y mediano productor y entonces cosecharemos un futuro promisorio. Con nuestros impuestos, muchos gobiernos han sacado pecho presentándose como los salvadores del pueblo. En los programas asistencialistas se ha gastado mucho dinero. ¿Quién ha hecho un estudio al respecto? Preguntémonos, ¿qué hemos logrado con tanta inversión? Los cinturones de miseria invaden las ciudades y los pequeños productores del campo se encuentran completamente desestimulados. Mientras el dinero no circule y haya inequidad en el manejo comercial, seguirá la violencia. Con hambre e injusticia no habrá paz. Dejemos tanta retórica sobre la paz y vayamos a la raíz del problema: productividad para la prosperidad. De hecho el Creador dotó a nuestro país de las mayores riquezas, pero la voracidad,  avaricia y la mano destructora del hombre todo lo arruina. No bastan las políticas sociales para acabar con la pobreza, es necesario cambiar el disco duro de los colombianos para salir de la misma.
+ Froilán, obispo de Neiva