El robo informático a las arcas de la Alcaldía del municipio de Garzón, contado esta semana en gran detalle por LA NACIÓN a través de tres entregas periodísticas, es uno más en la lista de escandalosos fraudes que han socavado el erario en los diferentes municipios del Huila durante los últimos años.
Para recordar algunos de esos escándalos: los robos en las tesorerías de Paicol, Baraya, Villavieja, el Hospital ‘San Carlos’ de Aipe y la tesorería de Las Ceibas Empresas Públicas de Neiva.
Aunque lo de Garzón fue presentado en principio como un ataque de ‘hackers’, en realidad estamos ante un evidente caso de corrupción. Lo que documentaron las autoridades y que derivó en la condena, sin ningún beneficio, a 12 años y ocho meses de cárcel contra Mauricio Carabalí Rodríguez, el único detenido por estos hechos, es que el robo de $581,20 millones de dos cuentas oficiales de la Alcaldía de la capital diocesana del Huila fue perpetrado desde las propias oficinas de la Administración Municipal, con la complicidad de uno o varios funcionarios de la entidad territorial.
El juez Primero Penal del Circuito Luis Alberto Chacón Díaz confirmó que las dos transferencias ilícitas de los dineros públicos, necesariamente debieron realizarse desde la misma Alcaldía de Garzón, utilizando uno de los equipos de cómputo que funcionan en la Tesorería o de un computador externo ingresado y conectado a su red local. Por estos hechos, será investigada la tesorera Diana Milena Gómez Claros.
Es vergonzoso para una Administración Municipal la ocurrencia de semejantes robos al erario. Los garzoneños y huilenses en general no pueden ser tolerantes con los corruptos.
Lamentablemente, los deshonestos aprovechan las fallas en los controles, la cultura de la ilegalidad y la permisividad social para enquistarse en el poder y seguir haciendo de las suyas.