Albeiro Castro Yépez
Auscultando la formación del acervo patrimonial del huilense se encuentra fácilmente su dependencia de la Hacienda Ganadera, resulta fácil inferir la presencia de mayordomos y vaqueros, época de la que se dice en algunos escritos, entre ellos, “Viajeritos por el Huila”, los hombres vestían pantalón de dril en colores claros, generalmente arremangado por arriba de los tobillos, y camisas de manga larga, en cuanto al calzado se dice usaban quimbas, en ocasiones elaboradas en fibras de fique aseguradas a plantillas de cuero, en cuanto al cinturón, este se suplía con cabuya, cordel del que pendía la cubierta de baqueta de cuero y dentro de ella, lo que coloquialmente en el campo se llama la macheta, recordando que para mitigar el efecto de la radicación solar se llevaba un sombrero de pindo.
El domingo se consideraba como un día muy especial, las familias vestían sus mejores prendas, por esa razón hoy cuando alguien se viste muy elegante se dice “se puso la pinta dominguera”. El buen vestir se inspiraba en la asistencia a la misa mayor que por lo regular se ofrecía entre las diez y las once de la mañana, una vez finalizado el oficio litúrgico, el punto de encuentro con los amigos y compadres iniciaba en el atrio, y luego se trasladaba al parque, para terminar en la visita familiar. Los mayordomos y principales se presentaban en ropa de dril blanca, incluyendo el saco igualmente blanco y almidonado, por su parte, las mujeres vestían faldas oscuras adornadas con trencillas de varios colores y randas blancas, con blusas blancas muy abrigadas, de manga tres cuartos adornadas con encajes y pasacintas guardando armonía con las trencillas de la falda.
Para el tunar de San Juan el traje cambiaba un poco, los hombres utilizaban pantalón blanco o caqui, la camisa blanca de manga larga, sombrero de pindo y alpargatas bien amarradas, mientras que las mujeres vestían faldas elaboradas en tela de popelina, unas veces con estampados de chochitos y otras con florecitas, complementada la falda con blusa blanca de media manga, en escote de bandeja sin descuidar el uso de los pasacintas y los encajes; en la cabeza se llevaba un tocado de flores naturales, usualmente cultivadas en el jardín de la casa. Resulta oportuno advertir que, este traje con los retoques de los adornos contemporáneos es el utilizado para la interpretación del baile del bambuco tradicional, otros evocando la época de la hacienda ganadera lo denominan “traje campesino” en mi humilde opinión debería ser el traje opita.
¿En qué momento cambiamos el traje campesino por el traje de fiesta? si bien la pregunta parece ingenua, nos mueve a reflexión plasmada en la Historia Comprehensiva de Neiva específicamente cuando aborda el tema del primer reinado nacional del bambuco, un evento que causó molestias en la comunidad que lo considero como elitista, algo parecido a la percepción actual, pero esta inconformidad dio pie para la creación del reinado popular. Tema que, en los albores de los años noventa de la anterior centuria abordamos con Doña Pina, ella para esa época era la confeccionista oficial de lo que se denominó “traje del sanjuanero huilense”, queriendo significar con ello, que solamente se vestía para la interpretación del baile ente el jurado calificador que tenía la responsabilidad de elegir la Reina en sus diferentes ámbitos, popular, municipal, departamental y nacional, pero como dice la misma historia “la cosecha de reinas nunca se acaba”, el traje fue adoptado como oficial en los bailes de coronación de la reina nacional, y después en todos los bailes de coronación, sin desconocer que actualmente es el traje de todo tipo de celebraciones de San Pedritos.
Como es apenas lógico, el traje ha sufrido variaciones desde su diseño original hasta el contemporáneo, un tema que, en su momento se abordó con Ana María Bernal, heredera del conocimiento y las tradiciones de doña Pina, Ana María tomó la decisión de documentar la evolución del Traje del Sanjuanero Huilense, complementándolo con las piezas unas de la épocas y otras recuperadas para finalmente montarlas en formato de museo, con el propósito de exhibirlas al público. Pina y Ana María hoy elaboran sus finas y apreciadas prendas en el reino celestial, actualmente esa tarea la desempeña la señora Cielo Ramos, un emprendimiento que funciona todo el año para satisfacer las exigencias de sus clientas, desde luego, en Neiva tierra de reinas, existen varios talleres donde igualmente se elaboran este tipo de prendas y en general los trajes típicos del Huila.