Ya va siendo hora de que el país, y en concreto el Congreso de la República, se ponga serio con un asunto que la mayor parte de los líderes, estamentos y órganos públicos están dejando pasar de agache y soslayando Ya va siendo hora de que el país, y en concreto el Congreso de la República, se ponga serio con un asunto que la mayor parte de los líderes, estamentos y órganos públicos están dejando pasar de agache y soslayando: el real estado de salud del vicepresidente de la República, Angelino Garzón. Y no se trata de ninguna alusión a sus condiciones personales ni a su papel dentro del Gobierno ni a asuntos ideológicos o partidistas. No, se trata de una de aquellas cuestiones que enmarcan claramente en la condición de “asuntos de Estado”, de esos temas que superan con creces la personalidad, intereses y circunstancias particulares para convertirse en interés general y público. Seguramente por el mismo bajo perfil, ausencia de tareas concretas y estructura mínima que tiene la figura del Vicepresidente en Colombia, las serias dificultades de salud que ha tenido el señor Garzón se han tratado de tal manera al interior del Gobierno y del Legislativo que parecería que no es de importancia darle mayor alcance. Para ser claros, una cosa es la salud de Angelino Garzón persona natural, ciudadano del común, y otra muy distinta la del Angelino Vicepresidente, quien fue elegido junto con el Presidente para un solo trabajo: remplazar al Primer Mandatario en sus faltas absolutas y temporales. Nada más, pero ello mismo pone en riesgo la institucionalidad del país en caso de que se produjese alguna situación imprevista con el presidente Juan Manuel Santos. Para dar una idea de la relevancia que esto tiene, en Estados Unidos el Presidente y su Vicepresidente casi nunca están en el mismo sitio, jamás viajan en el mismo avión y las condiciones de seguridad del segundo son del mismo nivel que las del primero. Hace ya más de un mes que Garzón presentó una segunda complicación grave en su salud desde que asumió la Vicepresidencia; presentó un accidente cerebrovascular por el que tuvo que ser intervenido y permaneció en estado de coma inducido. Ahora está en su casa, pero ni siquiera el presidente Santos pudo tener contacto con él cuando lo visitó hace pocos días, y ni sus médicos ni el mismo Santos ni el Congreso le han dicho al país cuánto durará su recuperación o si las secuelas serán graves y permanentes. ¿Qué prevé la Constitución Política ante una situación como ésta? El artículo 205 señala que, en caso de falta absoluta del Vicepresidente, el Congreso se reunirá por derecho propio, o por convocatoria del Presidente, a fin de elegir su remplazo para el resto del período. Son faltas absolutas del Vicepresidente: su muerte, su renuncia aceptada y la incapacidad física permanente reconocida por el Congreso. E aquí la causal que debería discutir el Parlamento, comenzando por solicitar de manera formal un dictamen forense para tener plena claridad. Abogamos por su recuperación, esperamos que las consecuencias no sean o vayan a ser graves, pero también creemos que la estabilidad institucional nacional amerita saber qué está pasando o pasará con su salud. Destacado “Para ser claros, una cosa es la salud de Angelino Garzón persona natural, ciudadano del común, y otra muy distinta la del Angelino Vicepresidente”. EDITORIAL El Gobernación y el Incoder realizaron ayer el primer seguimiento a los compromisos asumidos por la firma constructora del distrito de riego Tesalia-Paicol, establecidos el pasado 21 de junio. Y se notan avances de las partes.