“Llegamos a la mesa de diálogo sin rencores ni arrogancias” afirmó ayer ‘Timochenko’, el jefe de las Farc, confirmando los acercamientos para eventuales negociaciones de paz. Por lo menos llegarán sin la arrogancia de otras épocas, para explorar un camino para la reconciliación, incluyendo por supuesto el desarme y la desmovilización. El primer “Elefante Blanco” del que se tenga noticia en el hemisferio, y que dio origen a este eufemismo para referirnos a grandes obras públicas inconclusas, es un edificio ubicado en la llamada Ciudad Oculta del barrio de Villa Lugano en Buenos Aires, una estructura abandonada destinada inicialmente a ser el hospital más grande de Latinoamérica. El proyecto comenzó en 1923, comenzaron a construirlo en 1938, se paralizó poco después; lo retomó Perón entre el 47 y el 55, pero al ser derrocado éste, quedó definitivamente abandonado, y los bonaerenses empezaron a llamarlo “Elefante Blanco, por su gran tamaño y el tono de sus paredes. Lo que duele es que, después de decenas o centenares de obras similares en Colombia, a lo largo y ancho del país, convertidas en muladares, centros de vicio o simplemente ruinas a las que ya nos acostumbramos, aún no hayamos podido aprender ni a planificar o proyectar, ni a construir adecuada y correctamente las obras públicas, en las que se comprometen los más sagrados recursos, que son los de todos. Ahí están, como novedad, los 34 proyectos que, por casi $25.000 millones, financiados por el Fondo Nacional de Regalías, se encuentran paralizados o inconclusos en nueve municipios. Y como si no bastara, otros casi $7.000 millones, pendientes de giro, podrían perderse por no haberse ejecutado los otros dineros ya enviados. Y ahí estamos, en el deshonroso primer lugar nacional de obras críticas, previstas para hacerse con plata de las regalías petroleras, girada por el Fondo Nacional de Regalías en proceso de liquidación. Y de tales obras, la mayoría en dos sectores altamente sensibles: vivienda y electrificación rural. La lista negra divulgada por Planeación Nacional examinó 1.640 iniciativas en todo el territorio nacional, por $5 billones (5 millones de millones de pesos). Y, mayor vergüenza, casi el 14 por ciento de los proyectos están en el Huila: en total son 254 obras por valor superior al medio billón de pesos, y con $220.000 millones pendientes de girar, reportan estado crítico. Muchos de ellos llevan tres años sin presentar avances en su ejecución física, ya que es menor al 40 por ciento, tienen giros de recursos en los últimos 24 meses, presentan irregularidades o suspensiones en las obras y ajustes a los objetos iniciales. Claro, otra cosa son los componentes de cofinanciación que exigía a última hora el propio FNR para obras gestionadas por los congresistas, sin que los municipios tuvieran la contrapartida o la disponibilidad presupuestal. Lo mismo ocurrió con los subsidios de vivienda. La culpa no es sólo de los municipios. Por ahora, el mensaje para los mandatarios locales y regionales comprometidos es clarísimo: deben adoptar los correctivos necesarios para garantizar la ejecución total a más tardar el 18 de mayo de 2013, es decir. De lo contrario, las entidades territoriales tendrán que reintegrar los recursos que se le hayan girado junto con los rendimientos financieros al Fondo Nacional de Regalías en liquidación. Gravísimo para pueblos muy pobres en su mayoría, ansiosos de obras absolutamente necesarias para sus comunidades, muchas de ellas largamente esperadas y ahora en el limbo y a punto de perderse por la negligencia, la desidia o quizá la corrupción en el trámite y desarrollo de las mismas. ¡No hay derecho! DESTACADO “Y, mayor vergüenza, casi el 14 por ciento de los proyectos están en el Huila: en total son 254 obras por valor superior al medio billón de pesos, y con $220.000 millones pendientes de girar, reportan estado crítico”. EDITORIAL “Llegamos a la mesa de diálogo sin rencores ni arrogancias” afirmó ayer ‘Timochenko’, el jefe de las Farc, confirmando los acercamientos para eventuales negociaciones de paz. Por lo menos llegarán sin la arrogancia de otras épocas, para explorar un camino para la reconciliación, incluyendo por supuesto el desarme y la desmovilización.