Conocí al Dr. Manuel Elkin Patarroyo en Popayán cuando estudiaba Medicina en la Universidad del Cauca. Había sido invitado a dar una conferencia sobre los avances de sus investigaciones para la creación de una vacuna contra la malaria. La verdad, durante su exposición magistral, más allá de su profundo conocimiento sobre el tema, pudimos apreciar a un ser especial que irradiaba un optimismo desbordante, ese tipo de optimismo necesario cuando se busca transformar el mundo.
Ver a un colombiano que, en nuestro propio terruño, trabajaba arduamente en investigación y ciencia, buscando la manera de prevenir las millones de muertes causadas por la malaria, nos llenaba de esperanza. Nos ilusionaba pensar que, si lograba desarrollar la vacuna, podría incluso alcanzar el Premio Nobel de Medicina. Pero, sobre todo, su ejemplo nos motivaba a seguir adelante y a luchar por nuestros sueños. Que un colombiano pudiera hacer investigación de renombre era, por sí mismo, algo fascinante. Y no es por falta de talento; miles de colombianos trabajan en otros países, siendo exitosos como científicos. Pero que uno lo hiciera en Colombia, en un país que destina menos del 1% de su PIB a la ciencia, la tecnología y la investigación, era toda una novedad.
No logró trascender con sus investigaciones; su vacuna finalmente no funcionó como se esperaba. Pero así es como se hace ciencia: miles de ensayos y errores, hasta que, quizás, y si así lo quiere el destino, se alcanza la gloria. Que un médico tolimense pudiera sobresalir en el ámbito mundial y hacer investigación en un país con tan pocos recursos para la ciencia es algo sumamente loable.
No me voy a referir a sus errores ni a sus fracasos. Solo quiero que quede en la memoria colectiva, como quedó en la nuestra, que el Dr. Patarroyo nos demostró a todos los colombianos que sí es posible alcanzar nuestros sueños. Nos enseñó que nos hace falta creer más en nuestras capacidades, que nuestros científicos en Colombia merecen mucho más que limosnas, y que necesitamos miles de investigadores como él, porque esa será la única manera de salir del atraso en el que vivimos. A través de la ciencia, es posible cambiar la vida de millones de personas.
