La Nación
En narrativa demagógica 1 15 septiembre, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

En narrativa demagógica

El discurso (intervención o alocución) del presidente en el acto de posesión de la nueva Defensora del Pueblo, definitivamente, raya con esa posibilidad de concretar un consenso o apaciguamiento, tranquilidad y paz. Para ser de la dignidad presidencial, es y fue totalmente molesto y con apartes desafortunados. Por ello, los reclamos de diferentes sectores.

Cuando uno entiende sobre izquierdas, derechas, liberalismo, conservadurismo, populismo, demagogias y retóricas, esto no, nos confunde. Responde a una narrativa demagógica y odiosa para hacer creer que la realidad es como él la pinta y la cuenta. Y, por lo tanto, hacer creer que él, justo en esta época, le corresponde reivindicarnos de todas las podredumbres de más de 200 años. Nada bueno ha ocurrido en estos dos siglos de república.  Importante que cada colombiano, pudiese leer un valioso texto, a propósito de ese libreto que tiene el presidente y que fue ejecutado al pie de la letra por Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua, Morales en Bolivia, entre otros, del autor mexicano, Luis Antonio Espino, titulado “López Obrador: El poder del discurso populista”. Es como una especie de Manual para entender, por parte de todos los pensantes y masa crítica que no se obnubilan ni se alienan ante el discurso del presidente, para responder más bien con integridad y decencia como antídoto para contrarrestar los efectos del discurso que los seguidores incondicionales sí adoptan ciegamente. El mexicano Espino, indica que los 5 elementos del discurso de estos personajes, o su accionar, se sustentan en 5 bases:

  1. Que adaptan los hechos a una narrativa demagógica.
  2. Que sustituyen la comunicación con propaganda discursiva repetitivamente.
  3. Que ante la crisis, minimizan, niegan y eluden sus responsabilidades.
  4. Que deslegitiman permanentemente el conocimiento, la información y la crítica de quienes lo increpan.
  5. Que son expertos en manipular el lenguaje para erigirse como el único poder legítimo y subordinar o transformar todo a sus causas, sopena de ser expuestos y considerarlos enemigos.

En general, el populista, en su discurso, lo utiliza como una suerte propia de un héroe providencial que lo haga ver más importante, con una misión superior para reivindicar todo lo mal hecho, hasta que eso se vuelve una narrativa creíble para luego tomar decisiones sin problemas. No importa la realidad, sino lo que hace ver con el discurso. Por lo tanto, se asume como un héroe patrio en los actuales tiempos donde ya no hay héroes y se abroga la única verdad. Para contrarrestar la fuerza de esta narrativa demagógica y populista, se comienza con la responsabilidad de quienes podamos opinar, con una alta dosis de integridad personal y civil y expresarle con coraje, en este caso, al presidente, que las cosas no son así y que su narrativa no responde a la realidad. Que se le apoya, pero que tiene que cambiar de rumbo, pue así no se puede continuar. No más narrativas demagógicas. Ningún golpe blando.