Dentro de los sinónimos del adjetivo “honorable” figuran términos como honrado, insigne, respetable, distinguido y venerable. Y entre sus antónimos están miserable, deshonroso, indigno, alevoso, vil y despreciable.
No entro a discutir si el Consejo nacional electoral está facultado para investigar al presidente de Colombia, pues para eso están los tribunales correspondientes, pero comparto la extrañeza e incredulidad rayanas en la impotencia porque el arrumaco esté integrado entre otros, por quienes de honorables ni tienen un pelo.
Tras la descripción del presidente del tal consejo, el feminicida y reiteradamente denunciado por acosador sexual César Lorduy a quien la inoperante justicia dejó libre no por inocente sino por vencimiento de términos, entro a cumplir mi promesa hecha en columna anterior de radiografiar a otro beneficiario inquilino del famoso escondrijo, Álvaro Hernán Prada, huilense que en dos períodos en la cámara por el uribismo se limitó a cargarle megáfono y maleta a su progenitor político y explotar personalmente su cercanía con el exmandatario y su prole.
Prada aparece gravemente indiciado en la noticia criminal -radicado 52240- frenada por ahora en etapa de juicio en la Corte Suprema de Justicia por los delitos de fraude procesal, compra y manipulación de testigos abusando de la credencial que le otorgaron correligionarios del CD.
El sujeto fue escogido por el uribismo para magistrado cuando ya la Corte había dictado resolución de acusación en su contra como cómplice en favor de su mentor. Hoy el dueto Uribe-Prada está en juicio penal por los mismos hechos y Prada encontró escondrijo en el Consejo electoral para evadirse convertido en una especie de prófugo dentro del proceso que lo señala como intermediario para que a través de Luis Eduardo López Callejas alias “Caliche”, detenido en La Picota, volteara las declaraciones juramentadas de Juan Guillermo Monsalve, exparamilitar del Bloque Metro, principal testigo contra Álvaro y Santiago Uribe Vélez señalados como autores intelectuales en la creación y patrocinio de dicha cuadrilla de asesinos. Monsalve no aceptó el torcido propuesto por Prada y otro abogado también enjuiciado por los mismos hechos.
Ante dicha investigación de aproximadamente 1.500 páginas el honorable Prada que aparece mencionado poco menos de 800 veces, al verse atrapado judicialmente renunció precipitadamente a su curul tratando de escabullírsele a la ley, pero el tiro le salió por la culata pues la Corte determinó que “no resulta aceptable afirmar o sugerir siquiera que la conducta investigada es ajena a sus funciones de congresista” ya que fue gracias a su cargo que pudo interactuar “con el propósito de beneficiar procesalmente a los hermanos Uribe Vélez”.
Como si fuera, como si fuera un forajido político premiado, Prada está disfrutando por ahora del mencionado escondrijo de honorables.