El departamento del Caquetá no deja de ser mirado con desconfianza, a veces con desprecio o signos evidentes de sospecha sobre todos sus habitantes, desde buena parte del resto del país. El departamento del Caquetá no deja de ser mirado con desconfianza, a veces con desprecio o signos evidentes de sospecha sobre todos sus habitantes, desde buena parte del resto del país. El nombre de la llamada “Puerta de Oro la Amazonia” sólo se menciona en momentos de tragedia, dolor, violencia y hechos luctuosos; muy poco, casi nada, cuando se trata de mencionar hechos positivos, victorias de vida, buenos resultados sociales o económicos o aportes ejemplares a la vida regional o nacional. Caquetá, duele decirlo, sigue siendo para el centro del poder nacional y la alejada “opinión pública” bogotana un oscuro sinónimo de guerrilla y narcotráfico, pese a que éstos dos factores, y mucho más el segundo, han disminuido significativamente en las recientes dos décadas. La región que sirvió de retaguardia para la defensa de la soberanía nacional durante el conflicto amazónico con el Perú en la década de los años 30 del siglo pasado, y cuyas grandes obras viales fueron justamente producto de la logística del país en esa confrontación; el territorio que albergó parte de las penurias caucheras, que dio cobijo a miles de perseguidos políticos durante La violencia y los convirtió en valerosos colonizadores de sus agrestes montañas, selvas y llanuras, este Caquetá es hoy epicentro de noticia nacional e internacional, y de nuevo por uno de sus dos asuntos incómodos, el secuestro y la guerrilla. La desaparición en medio de combates, y al parecer su secuestro en manos de las Farc, del periodista francés Roméo Langlois ha concitado el interés sobre la vida caqueteña como no se veía desde los días posteriores al 20 de febrero de 2002 cuando se trancó la puerta de los diálogos de paz y la malhadada zona de distensión. Lastimosamente, pese a sus incontables riquezas naturales, al abnegado trasegar de sus habitantes, al empuje y coraje de sus comunidades, al impacto positivo de su economía ganadera, al flujo comercial intenso que se vive en Florencia, San Vicente del Caguán y otros municipios, Caquetá está hoy en la boca del país y de la comunidad internacional por un hecho fortuito, infortunado y propio del recalentado conflicto nacional. Podría haber ocurrido en cualquier otra zona del país, en alguna de aquellas muchas en las que se producen frecuentes contactos armados. Y para agravar ese estigma, y como consecuencia del inusitado despliegue de fuerza pública en búsqueda del extranjero desaparecido, la población civil de la olvidada región de la Unión Peneya, víctima ya de un masivo desplazamiento humano hace algunos años, está ad portas de una crisis humanitaria que se agudizó con los combates presentados el fin de semana. Sus líderes reportan una situación bastante compleja, sobre todo después de que el Ministro de Defensa afirmó que desde las casas de los pobladores les disparaban a los soldados. La misma situación la viven todos los días otras regiones olvidadas donde el ‘Plan de Consolidación’ no llega con soluciones. Y eso que el propio presidente Juan Manuel Santos prometió recientemente que “nunca más el Gobierno olvidará al Caquetá”. DESTACADO “La población civil de la olvidada región de la Unión Peneya, víctima ya de un masivo desplazamiento humano hace algunos años, está ad portas de una crisis humanitaria que se agudizó con los combates presentados el fin de semana”. Editorialito El director de la nueva Agencia para la Superación de la Pobreza Samuel Azout estará hoy en Neiva para comprometer a las autoridades locales y empresarios en esta campaña. Y para comenzar en Neiva cerca de 42.000 personas viven en pobreza extrema.