‘Estoy en la música por amor al arte’

Aunque no es muy popular en Neiva observar un grupo de mariachis en el que varias mujeres hagan parte de la formación, desde hace cuatro meses Marcela Cuéllar, su hermana Nancy y otra mujer vocalista, amenizan serenatas con el Mariachi Monterrey. Aunque no es muy popular en Neiva observar un grupo de mariachis en el que varias mujeres hagan parte de la formación, desde hace cuatro meses Marcela Cuéllar, su hermana Nancy y otra mujer vocalista, amenizan serenatas con el Mariachi Monterrey. MARIO PORTILLO LA NACIÓN, NEIVA Cada fin de semana Marcela Cuéllar alista su traje negro y junto a su hermana Nancy se disponen para comandar en la antigua Zona Rosa de Neiva el Mariachi Monterrey. La mujer confiesa que llegó al mundo de la música por accidente, pero disfruta plenamente de su oficio, a pesar del machismo y el egoísmo que ha detectado en el gremio. La odisea musical para Marcela, una neivana trigueña de 28 años, comenzó hace casi ocho años cuando con su bebé decidió establecerse en la ciudad de Pereira, donde sin saberlo aprendería el oficio que hoy desempeña por hobby. “Hace ocho años me fui a vivir a Pereira, soy madre cabeza de hogar, tengo un niño de 11 años y me fui adonde una hermana que era la esposa de un profesor de música, que es conocido en Neiva como Jairo Polo”. “Él me enseñó a tocar la trompeta, al igual que a mi hermana. Allí en Pereira empezó esto de la música mariachi. Viví cuatro años en esa ciudad y en ese tiempo aprendí y laboré. Allí era bueno, a mi me fue bien” , comentó la mujer. Noche a noche, Marcela se fue puliendo en su oficio y luego de desempeñarse en Pereira decidió emigrar a Bogotá, donde de nuevo se enroló con la música. “Nunca vi la música para vivir de ella, siempre la vi más por amor y gusto hacia el arte. En aquellos años la calidad de mi trabajo y la búsqueda de nuevas oportunidades me llevaron a desempañarme en Bogotá y empezando viví de ese trabajo”. “Allí de nuevo me fue bien; es que la relación con este oficio es de un gusto muy grande, como le digo, en aquel entonces vivía de él, pero la pasión que me nacía por estar en este mundo de la música me conectaba mucho con buenas cosas y me iba muy bien”, manifestó Marcela. De regreso Pero luego de estar en la capital, haber alcanzado una estabilidad que también fortalecía con un trabajo alterno, Marcela decidió regresar a su tierra, al Huila. “Con mi hermana nos aburrimos en Bogotá, es la capital y había trabajo, pero pues por medio de nuestros frutos habíamos logrado comprar un apartamento acá en Neiva y decidimos regresar a la tierra”, expresó. Como era de esperarse, en su arribo a Neiva la mujer empezó a ejercer de nuevo el oficio que tanto le apasiona, sólo que gracias al producto y éxito de su trabajo, esta vez decidió probar suerte en dos frentes. “Es rico porque yo hago lo que me gusta y en estos momentos en Neiva empecé dos proyectos. Uno, establecer con mi hermana Nancy el Mariachi Monterrey, que la verdad es mi hobby y dos, empezar con un negocio personal, una papelería específicamente, porque no nos vamos a decir mentiras, la música la amo, pero es difícil vivir de ella en estos tiempos”, explicó Marcela. Abriendo campo Tal como lo expresa la mujer, la llegada a Neiva no ha sido cosa sencilla en lo que tiene que ver con abrir campo para un nuevo mariachi con tres mujeres en su nómina, en una ciudad donde no es normal ver una agrupación con esta característica. “Hace cuatro meses llegamos a Neiva con mi hermana y decidimos emprender el proyecto del mariachi y mire que ahí hemos descubierto varias cosas. Primero, que aunque no sea muy habitual en esta ciudad ver un grupo con dos mujeres trompetistas, una más vocalista y cuatro hombres, a la gente le gusta nuestro espectáculo, lo admiran, lo respetan y lo elogian”. “Pero de igual manera nos hemos dado cuenta que en el gremio musical, propiamente con los demás mariachis, sí hay una línea bien marcada de egoísmo y machismo. Nosotros somos un grupo nuevo y nos estamos dando a conocer, entonces a veces el trabajo es escaso y en ocasiones nos faltan músicos y si se los pedimos prestados a otro grupo, aun teniéndolos, no los prestan y uno pierde la posibilidad de ir a dar una serenata”, expresó la mujer. Persistencia A pesar de las dificultades mencionadas por Marcela, ella tiene claro el panorama y asimismo los retos que con persistencia persigue cada fin de semana. “Empezar no es fácil, pero por fortuna hago esto de ser mariachi por hobby y eso es un abonado grande para cultivar los sueños y seguir al frente cuando la situación se pone dura. Esto lo he aprendido gracias a este oficio, así como he podido conseguir mis cosas y educar a mi hijo”. “Los retos están y creo que vamos por buen camino, eso sí, hay que trabajar duro y con fe, pero confío en que es posible posicionar nuestro mariachi, porque es algo novedoso y de calidad”, agregó. En ese sentido, Marcela envió un mensaje a las mujeres que en cualquier oficio buscan superarse y salir adelante con sus metas y aspiraciones. “Para una mujer nada es mejor que depender de uno mismo; uno siempre debe pensar que es dueña de su vida y manejar sus cosas sin depender de nadie”. “Yo le daría el consejo a todas las mujeres que siempre, en cualquier oficio o tarea que hagan, se esfuercen por alcanzar sus metas por sencillas que sean sin depender de alguien y menos de un hombre. Aquellas que el marido no las deja emprender proyectos, pues que revisen el tema, porque uno es solo y así debe salir adelante”, finalizó. Cada fin de semana Marcela Cuéllar alista su traje negro y junto a su hermana Nancy se disponen para comandar en la antigua Zona Rosa de Neiva el Mariachi Monterrey.