Fabián Andrés golea la discapacidad

Fabián Andrés Molano Vásquez es un joven bogotano que adelanta sus estudios de licenciatura en Educación Física, Recreación y Deporte en la Universidad Surcolombiana. Fabián Andrés Molano Vásquez es un joven bogotano que adelanta sus estudios de licenciatura en Educación Física, Recreación y Deporte en la Universidad Surcolombiana. A pesar de que la vida le dio un giro de 180 grados al sufrir hace dos años un accidente que lo dejó en silla de ruedas, lo que más lo desconcierta no es precisamente su discapacidad sino la serie de barreras que le impiden realizar su sueño. Vanessa Díaz Piedrahita Especial LA NACIÓN Es casi contagiosa la alegría que irradia este joven. Con una gran sonrisa que siempre lo acompaña, llena de buena energía todo a su alrededor y en eso coinciden quienes son sus amigos. Hablamos de Fabián Andrés Molano Vásquez, estudiante de la Universidad Surcolombiana. Debido al trabajo de su madre, quien se desempeña como enfermera jefe, este joven de 23 años se traslada desde su natal Bogotá hasta el municipio de Gigante. Como todo joven amante del deporte, lo primero que logra es llegar hasta una escuela de fútbol del municipio, donde empieza a entrenar y debido a su talento con la pierna izquierda y al look de cabello largo y  trenzado con el que llegó, recibe el apodo de ´Pino´ (por aquel jugador cartagenero que milita en la primera división del fútbol árabe). Realmente entusiasmado por ingresar a la universidad y estudiar lo que siempre soñó, llega a la Universidad Surcolombiana al encontrarse con que a diferencia de la Universidad Pedagógica Nacional donde se había presentado, la licenciatura, recreación y deporte no eran carreras distintas. En Neiva, existía una que reunía todo lo que deseaba para su vida profesional y por eso no lo pensó dos veces. El amor por el deporte Es tan inmenso el amor que siente por la Educación Física como la alegría que emana aun en los momentos más difíciles de su vida. Este joven deportista siempre se destacó en su colegio por ser el líder o el capitán del equipo, por ser quien no se perdía una convocatoria ni una participación dentro de un intercolegiado. Sin embargo, el pasado 2 de enero cumplió dos años de haber sufrido un accidente que le causó una parálisis en sus miembros inferiores y lo mantienen en una silla de ruedas. “La labor docente es algo que me apasiona así que lo articulé con el deporte. Aprender para enseñar es algo que siempre quise hacer”. A pesar de que sostiene que los primeros semestres fueron muy duros porque llegaba del frío de capitalino y el calor se hacia por momentos insoportable, como una persona emprendedora, llena de metas y sueños por cumplir se fue adaptando rápidamente. Accidente que le cambia la vida “Yo ingresé a la Universidad caminando, corriendo y saltando. Estaba muy motivado con la carrera, era lo mío. Pero cuando había terminado ya el quinto semestre y me disponía a empezar el sexto (2010), tuve una caída de un árbol que le da un giro a mi vida. Un trauma medular me produjo una parálisis en mis miembros inferiores y me vi obligado a retirarme por un tiempo”, sostiene. Fabián era un jugador activo, en la semana practicaba hasta cuatro veces deporte y ahora tenía que estar acostado en una cama todo el día. Soportar el desespero y el dolor interior que esto le causaba. “Uno se siente como atrapado, pero Dios, mi familia (especialmente mi mamá) y las personas más allegadas me dieron el apoyo y la fuerza para seguir luchando y no quedarme en el pasado”. Duró prácticamente cinco meses encerrado en casa haciendo terapia física y siendo asistido por su madre, quien lo ayudaba a bañar, a vestir y a realizar las demás actividades que desde muy pequeño empezó a hacer solo. El amor que le tiene a su carrera profesional es muy grande, pues a diferencia de lo que todos pensaban, logró reponerse de ese duro golpe, para darse cuenta que su vida no podía pasar frente a sus ojos. Empezó a salir de nuevo a la calle, para tomar un nuevo aire, y desde otra perspectiva ver un mundo cruel, lleno de barreras y discriminación. El amor por su carrera “El educador físico siempre se tiene bajo la figura de que es el que juega, entonces cuando a uno le preguntan que estudia, se cuestionan ¿por qué educación física si se está en esta condición? Esto también abarca mucha teoría, precisamente en séptimo semestre estamos con la ciencia de la motricidad humana, integrándola a ese paradigma deportivista que siempre se tiene pensada como solo deporte”, agrega. Para Fabián, este gran golpe de la vida tiene un sentido especial que solo el que lo está viviendo puede comprenderlo. Sin embargo, su sueño de graduarse como licenciado en esta disciplina sigue igual  o más intenso como cuando pisó la Universidad por primera vez. Las barreras… Cuando decide darse una nueva oportunidad y regresar a la Universidad, se da cuenta que las barreras arquitectónicas para llegar a ciertos lugares del alma mater imposibilitaban en gran medida que personas en condiciones como la suya, pudieran estar estudiando como cualquier otro alumno. “Tener que depender de las demás personas, no ser autosuficiente es muy incómodo. Por eso  empecé a hablar de ello. Primero lo hice con el profesor Noé Sepúlveda que nos dicta educación física especial que es adaptada a las personas con discapacidad física. Así que se envió una carta al rector y el respondió diciendo que se esperara un poco, y la espera se convirtió en un año (…)”, narra. A pesar de que Fabián se vio obligado a realizar un derecho de petición, la respuesta fue que existían 49 millones de pesos para hacer las rampas. Aunque el insiste que más que rampas lo que se necesita es un espacio sanitario adecuado a su discapacidad. “Uno como estudiante que paga tiene derecho a contar con las condiciones adecuadas y ha sido imposible lo de los espacios sanitarios. Lo que respondieron fue que tenían que hacer un análisis, pero por lo visto eso se quedará así”, agrega. Sólo quien esté sintiendo en carne propia lo que vive Fabián, puede dar cuenta de lo molesto que es buscar un rincón alejado para hacer sus necesidades o en últimas llegar al baño y todo el mundo lo observe con desprecio o como un bicho raro. Son sólo dos estudiantes ‘surcolombianos’ que se encuentran en esta condición de discapacidad física: Fabián y un estudiante de Psicología. Grupo de investigación Siente una pasión especial por su profesión y por eso hace parte de un grupo de investigación integrado por 15 personas, dedicadas a estudiar sobre la motricidad, algo que le ha servido en su rehabilitación. El grupo se llama Molufode (Motricidad, Lúdica y Formación Deportiva) y el semillero se denomina Sembrando Imagen Motriz, interesado por el tema de la expresión corporal. Sin embargo, la alegría que siempre refleja en su rostro se ve opacada por estos días con la decisión que obligatoriamente debió tomar al no contar con condiciones aptas para su permanencia en la institución. “Estas condiciones me obligan a retirarme. Todas las personas tenemos un límite, yo llevo ya dos años con discapacidad en esta universidad y todos los años cuando uno inicia el semestre se pregunta si uno tiene alguna discapacidad pero eso no lo tienen en cuenta para nada”.