La Nación
Flaco servicio a la formación médica 1 8 septiembre, 2024
COLUMNISTAS

Flaco servicio a la formación médica

Durante seis años fui estudiante en la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, obteniendo mi grado como médico. Por eso puedo dar fe que no es política de la universidad el matoneo o maltrato a los estudiantes, ni mucho menos existe una tolerancia a tales prácticas.

Sin embargo, hay casos en que suceden lamentables actuaciones, por ejemplo, en una ocasión fui víctima de matoneo de parte de una especialista de un hospital distrital. Una vez puse la queja, en la facultad me dieron el adecuado respaldo, tanto mis profesores como el residente que estaba con nosotros en la rotación y mis propios compañeros rechazaron su inadecuado comportamiento.

Así mismo, siendo médico interno en un hospital público, otro especialista pretendió sobrepasarse con una de mis compañeras, obteniendo como resultado que todos nos uniéramos para respaldarla y protegerla, haciéndole entender que su conducta no era aceptable y que actuaríamos con vehemencia en defensa de su dignidad como mujer.

Podría ocupar toda la columna narrando hechos reprochables de matoneo, violencia verbal o física de las que he sido testigo en mi ejercicio profesional y en la vida cotidiana. Desafortunadamente existen reacciones desmesuradas ante diferentes situaciones, conllevando a que con relativa frecuencia se evidencie intolerancia y excesos por parte de algunos que consideran que pueden pasar por encima de los derechos de los demás.

Negar esa realidad, minimizar esos inadecuados comportamientos o restarles importancia es perpetuarlos, convirtiéndolos en parte del paisaje. De manera contundente debemos afirmar que ningún tipo de violencia verbal o física es aceptable, ni mucho menos necesaria para formar el carácter de un estudiante de medicina.

Así mismo, debemos rechazar que se diga que es una costumbre general y permanente en la formación profesional de los médicos. Eso es injusto con la gran mayoría de profesores y residentes que a diario se esfuerzan por compartir su conocimiento científico y fortalecer las calidades humanas de los estudiantes, constituyéndose así en el mejor ejemplo para ejercer la profesión y atender a los pacientes.

Es lamentable que una residente de cirugía se haya suicidado, pero es aún más terrible que se aborde el tema con ligereza, incurriendo en generalizaciones, desconociendo que para que un ser humano tome esa dolorosa decisión concurren múltiples causas, cuya intervención debe hacerse por parte de especialistas en el tema.

Flaco servicio le ha prestado a la formación profesional de los médicos el amarillismo con el que se abordó la noticia y los inadecuados comentarios de los iletrados que utilizan las redes sociales para opinar de lo que no conocen.