La Nación
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Floritura venenosa. Por Jorge Guebely

El comentario de Elías No es que la justicia colombiana se deteriore sino que esa es su naturaleza. Es la marca de su moral positivista, de origen capitalista. Justicias al servicio del Estado, de los más poderosos, de los más astutos, no del ser humano. Así, resultan normales las artimañas jurídicas para justificar injustas y altísimas pensiones, la convivencia con la impunidad nacional, el silencio ante la inoperancia de derechos consagrados en la Constitución. El gato ronroneando mientras los ratones se devoran el queso. También la violación del reglamento de la Corte Suprema para elegir una fiscal y la revocatoria de ese procedimiento por parte del Consejo de Estado, el mismo que utilizó para elegir magistrados. (Acta del 28 de julio 2010). ¡Todo un enjambre de incoherencias! Como derecho positivista, admite y fomenta la política, y todo lo que la política toca, lo corrompe. Casi nadie cree en la justicia del reciente caso de Viviane Morales. ¿Cómo confiar en una Institución compuesta por uribistas, conservadores y liberales? Pesan mucho los intereses ideológicos, económicos y los de sus jerarcas. Casi todos creemos que el caso de la Ex-fiscal se hizo para favorecer a uribistas, los que se sentían perseguidos por la Fiscalía, “una retaliación criminal” según Luis Carlos Restrepo. También para bajar le tensión Uribe-Santos, los dos sectores políticos y económicos que dominan el país. Hecho preocupante porque creíamos superada la voracidad de la extrema-derecha; no que estuviera enquistada, dispuesta a hacer la guerra permanente para desconocer la existencia y derechos de otros colombianos. ¿Será por eso que se acogió una generación de paramilitares y parapolíticos que intentaba refundar el país? ¿O por lo que el mismo Luis Carlos Restrepo incitó a la rebelión desde la clandestinidad? ¿O por lo que  ahora surgen los ejércitos anti-restitución de tierra? Personalmente extraño la justicia del Derecho Natural, el “iusnaturalismo”, el de las sociedades pre-estatales, (ver el riguroso estudio del profesor Bernd Marquardt, Universidad Nacional), cuando el ser humano se hallaba en el centro de la comunidad, no la política; cuando el objetivo de cada persona consistía en ser, no en acumular. Justicia aún viva en nuestros indígenas: los “Palabreros” wayuú reconcilian las diferencias para obstruir los sentimientos ruines; los Mamos arahuacos, puentes entre el cielo y la tierra, aplican justicia con leyes que rigen el Universo. La diferencia entre el Derecho Natural y el Positivista marca el trayecto de nuestra caída. El primero nos reconcilia con el Cosmos, el segundo nos somete más a los poderosos. Lo demás es floritura venenosa. lunpapel@gmail.com