Rafael Méndez columnista de LA NACION hizo alusión el pasado 3 de febrero al libro de Andrés Oppenheimer “¡Basta de Historias!” En otro momento también fue reseñado por la revista “Plata Cuatro” (01-VIII-2011) con el título “En 4 tiempos ¡Abajo los economistas, Arriba los Educadores!” El asunto está en que nuevamente se trae el disparatado tema de las fobias revelando sofisticadas formas de escaramuza intelectual. En este caso con los economistas. Con frecuencia se publican improperios contra esta actividad incitando su reprobación pública, incluso su aniquilación total. Para ilustrar esta postura traigo a “colación” el controvertido ensayo del profesor Renán Vega Cantor de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia que circuló en 2010: “Economistas Neoliberales Criminales de Guerra”. Este libro enfatiza que “no es posible separar la estrecha relación entre neoliberalismo y capitalismo, como lo hacen ciertos autores, ONG´s y partidos políticos”. Plantea que el “neoliberalismo” es una negación del “capitalismo civilizado” debido a los economistas, las políticas neoliberales, la informática, al desarrollo de las telecomunicaciones como a la prevalencia incontrolada del capital financiero, incitando a la competitividad y a la barbarie capitalista. Me parece inexacto. Con el deseo de colaborar en la popularización del sentido científico del economista, retomaré apartes de la reflexión que escribí para LA NACIÓN el 3 de julio de 2012: “El economista es ese extraño, particular y obstinado estudioso de las ciencias sociales (particularmente de las ciencias económicas). Con vocación de bardo y soñador compulsivo que sabe abstraer poesía y amabilidad de cuanta cifra estadística y modelo matemático se interponga en su camino. En realidad es un profesional integral y versátil. No se acepta Economista que no dé razón al instante (y lo más exacta posible – verificable) de la situación económica, social, política, cultural, científica, espiritual, artística, ambiental, ecológica, astronómica, sicológica, antropológica, musical, histórica, global, financiera, y de cuanta cosa suceda o pueda suceder…” Otrosí: La ciencia económica no puede ser culpada y menos los economistas de la globalización ni de su extraordinario poder disolvente y competitivo (otros son los responsables). También es cierto que el mercado y su potente efecto han prevalecido desde que Caín y Abel se fueron a manos por razones mercantiles.