Fomento al libro y a la lectura

Es una voz repetida hablar del poco interés (creciente, además, entre las nuevas generaciones) que otorgamos a la lectura, y del reducido apoyo editorial que se da en nuestro medio, muchas veces estéril, a la publicación de nuevos libros. Es una voz repetida hablar del poco interés (creciente, además, entre las nuevas generaciones) que otorgamos a la lectura, y del reducido apoyo editorial que se da en nuestro medio, muchas veces estéril, a la publicación de nuevos libros. Algunos audaces autores se aventuran a sufragar, de sus propios bolsillos, la edición de sus títulos, cuando no es que, por cuenta de las veleidades y del favor de los gobernantes de turno, algún escritor logra que sus letras le sean financiadas con recursos del Estado. En ambos casos, que no son los únicos, ocurre que muchas de esas publicaciones terminan en los estantes de bibliotecas poco frecuentadas, distribuidas en escuelas y colegios sin destino específico, y sin lograr el propósito que bien cabe a las letras: servir de estímulo al conocimiento, forjar el placer por la lectura misma, recuperar la posibilidad de abordar nuevos mundos a través del relato escrito. De allí a que dos sucesos que casi han coincidido por estas fechas, permitan referirnos a la necesidad de impulsar el libro y la lectura, como fines y propósitos mismos de una política educativa pública, y no como herramienta solitaria de aprendizaje en instituciones educativas. El primero de estos eventos tiene que ver, como lo hemos referido ya en estas líneas, a la apertura en Neiva en días pasados de la biblioteca del Banco de la República, escenario moderno para el deleite de chicos, jóvenes y adultos, dirigido a brindar un espacio del que no disponíamos en pleno corazón de la ciudad, y motor indudable de conocimiento en torno al libro y la lectura. En mora, cómo no, estaba Neiva de disponer de una biblioteca de estas calidades, que puede bien revivir en otras bibliotecas públicas y universitarias el interés por impulsar este tipo de epicentros del pensamiento. Un segundo evento se ha iniciado en Bogotá, con la versión 26 de la Feria Internacional del Libro. Considerada la más importante vitrina de Colombia y Latinoamérica, la Feria tendrá de nuevo la participación del departamento del Huila, que con algunos de sus autores y publicaciones, espera mostrar que un territorio que muchos suponen estéril a las letras no lo es. En el stand del Huila, en el pabellón seis, hay 230 títulos que corresponden a setenta autores, entre escritores, historiadores, y folcloristas, entre otros. El próximo viernes  26 de abril será el “Día de la Literatura Huilense”, con la presentación de los libros “Construyendo en el Huila del 2020”, de Carlos Eduardo Amézquita; “Cuentos y poemas, todo un cuento”, de Jairo Herrera Cardoso; “Vengo a expresar mi desazón suprema”, de Jesús Rodolfo Agudelo; “Raíces, Poemario”, de Pastor Polanía, y “Las estatuas del pueblo escultor -San Agustín y el macizo colombiano”, de David Dellenback. Habrá otros títulos, como “José Eustasio Rivera, una vida azarosa: Tomo I y II”, de  Félix Ramiro Lozada; “Aves del Huila”; de Fabio Eliseo Hurtado; “El amor es una mentira, pero funciona”, de Luis Ignacio Murcia; “Mujeres al verso: Antología”, Compilación de Ana Patricia Collazos y “Armas de juego”, novela, de Marco Polo. Comienzo tienen, pues, las cosas. Una buena muestra del Huila, que debe de comenzar a construir no solo obras nuevas, sino un escenario propicio para el auge de la lectura. (Destacado) “Muchas de las publicaciones terminan sin lograr el propósito que bien cabe a las letras: servir de estímulo al conocimiento, forjar el placer por la lectura misma, recuperar la posibilidad de abordar nuevos mundos a través del relato escrito.” EDITORIALITO El tardío inicio de la temporada de lluvias en el Huila, advertida en su oportunidad por el Ideam, no debería de tomar por sorpresa a autoridades y comunidades, habituadas a los impactos de los comportamientos extremos del Huila en nuestro territorio.