Desde el momento mismo de su elección como Papa, Francisco empezó a romper esquemas dando ejemplo a las altas esferas y a los simples mortales sobre lo práctica que debe ser la vida en un mundo tumultuoso que rinde demasiada pleitesía al poder y al dinero.
Romper esta clase de paradigmas no debe gustar a muchos. La crítica que llevaría a los religiosos a bajarse de autos de marca lleva una parte pequeña de lo que pretende con la Iglesia. Quizás haciendo honor a su patrono de Asís quiere despojar de esa imagen de privilegios a la jerarquía eclesiástica, lo cual de cierta manera trasciende a todos los círculos de poder.
Considero que es un gran aporte de la Iglesia lanzar esos mensajes porque de esa manera puede obtenerse un cambio en el pensamiento global, teniendo en cuenta la gran fuerza que constituye el catolicismo en el mundo, para que haya menos desequilibrio en las sociedades.
El tiempo pasa y no se ven soluciones económicas tangibles para atender a tantos niños que no tienen buena alimentación, especialmente en África. Mientras tanto en otros lugares del mundo se construyen baños con grifos de oro.
Las expresiones del Papa Francisco podrían ayudar a recapacitar a los sostenedores de la “economía voraz” para que haya un mayor humanismo en la toma de decisiones; los indicadores de las bolsas de valores como la de Nueva York o la de Tokyo también deberían llevar un componente adicional y decir cuánto se generó en la bolsa y de ese valor cuánto se destinó a atender la educación y la alimentación a las personas que no tienen pan y techo.
Esperamos que los mensajes del Papa también lleguen a Colombia donde se requiere también romper esos paradigmas y reconocer que vivimos en unos grandes desequilibrios. Aquí donde nos hacen faltan valores humanos que sirvan de herramientas para enrutarnos hacia vías de progreso más armónicas, en las cuales se puedan atender las necesidades de la población más necesitada y especialmente de los niños más vulnerables quienes serán los ciudadanos del mañana.
La religión católica nos ha guiado siempre a socorrer al prójimo pero no siempre lo ponemos en práctica porque a muchos les faltaba un gran ejemplo.