Rostros de desconcierto, abrazos de solidaridad y lágrimas de impotencia, es el panorama de las familias y allegados de los cuatro mineros y el ayudante de construcción, quienes murieron sepultados por un deslizamiento de tierra en la obra de una alberca, en inmediaciones de una mina de oro en el municipio de Íquira.
“Esto fue un golpe muy duro de la vida y lo único que queda es pedirle a Dios que nos dé fortaleza…”, expresó el maestro de construcción Álvaro Maldonado, padre de Carlos Alberto Maldonado, al recordar los trágicos instantes del alud que acabó con la vida de los humildes trabajadores.
El deslizamiento terminó con los sueños e ilusiones del joven Maldonado, de 22 años de edad; Faiber Pérez Alarcón, de 28 años; José Gómez, de 30 años; Luis Alberto Hurtado, de 20 años y Nilson Martínez, de 23 años. “Eran una familia, trabajaban unidos, las decisiones las tomaban en conjunto”, recordó Ignacio Pérez.
“¡Corran, corran, que esto se derrumbó!”, fueron las palabras de emergencia que escuchó el maestro encargado de la construcción de la alberca de depósito de aguas residuales para la mina de oro, ubicada en la finca Circasia en la vereda Buenos Aires en el corregimiento de San Luis del municipio de Íquira, el pasado jueves a las 3:30 de la tarde. “Estábamos acabando de hacer el hueco para la construcción del tanque de ladrillo, ellos estaban trabajando, yo me acababa de salir para cortar unas varillas, cuando escuché que gritaban que se derrumbaba”, indicó Maldonado, quien segundos antes había salido del lugar en busca de material y pidió a su hijo que lo reemplazara un instante.
Los gritos de emergencia hicieron que el hombre en segundos estuviera en la obra, donde encontró que se había convertido en una fosa con los cuerpos de su hijo y los mineros en el fondo, tapados por la tierra de la montaña. “El terreno se derrumbó al parecer por inestabilidad del suelo. Fue un accidente, nadie lo esperaba. Se estaba haciendo una excavación”, señaló el maestro de obra.
Los organismos de socorro que acudieron al lugar de la tragedia determinaron que la inestabilidad de la montaña originó el deslizamiento de tierra. “El terreno es inestable y al parecer está saturado de agua, cedió y se derrumbó sobre ellos”, dijo John Harold Correa, comandante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Íquira.
Buscaron salvarse
El instinto de supervivencia causó caos en el hueco de tres metros de profundidad por siete de diámetro, donde se encontraba el grupo trabajando. “Todos estaban en el fondo, intentaron salir, buscaron la escalera pero desafortunadamente no lo lograron”, recordó Álvaro.
La escena después del derrumbe de tierra fue “dramática” para los familiares, compañeros de labores de los mineros y vecinos. “Uno de los mineros alcanzó a quedar con un brazo por fuera, otro quedó atrapado de la cintura para abajo y logró ser rescatado con vida…”, manifestó un allegado.
Los mineros y el obrero además de compartir el trágico destino del jueves anterior, tenían en común las ganas de salir adelante con sus familias, ahorrar dinero y organizarse.
Las familias acordaron que el funeral será colectivo, los féretros iguales y las fosas seguidas en el cementerio del corregimiento de Pacarní en Íquira.
Las familias acordaron que el funeral será colectivo y los féretros iguales.
La retroexcavadora de la mina donde trabajaban fue utilizada para rescatar los cuerpos sepultados en la alberca que construían.
Los allegados aún ayer no salían de la conmoción por la trágica muerte de sus seres queridos.